jueves, diciembre 18, 2008

La desbordada alegría de los artífices

ARTURO GODOY
hizo historia ante Joe Louis

y en su consagración al sacrificio

fue la quintaesencia del Boxeo



Arturo Godoy celebrando al cabo
de su primera pelea con Joe Louis




GODOY
La efusiva alegría del grandioso iquiqueño

Aveces se piensa que las grandes derrotas del boxeo merecen solo cantos de tristeza y de rabia, pero en el caso de Floridor Perez solo se trata del canto a la derrota escuchada o como bien lo pinta su poema, padecida a través de una dramática transmisión radial de la RCA. ¡el alma les dolía a los oyentes!

Pero nada más propio del boxeo que la íntima alegría del final. Esa que más allá de la victoria o la derrota, surge de saber ya consumada una grandiosa y elocuente representación de sentimientos y pasiones que se funden como en la vida, y de haber subordinado para ello también una grandiosa cuota de doloroso sacrificio, de fe ciega y meramente de honor, de altivo honor por esa realización. Nada más propio que el éxtasis que se le genera al pugilista, no más de ver la flamante creación y alcanzar la comprensión de lo que sería la
razón de ser
de las peleas de boxeo. Y nada más sublime que la alegría del boxeador que ha honrado su profesión, imprimiendo sobre su obra el sello de su profunda vehemencia individual, transfundida con la consciencia que abraza los anhelos y valores concedidos por su terruño y su orígen. Nada más natural que sentir en esos momentos, imbuirse dentro del pecho una exultante y desbocada alegría de orgullo.


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Breve biografía de Arturo Godoy,
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Aunque caía y caía a la lona, Arturo Godoy se levantaba para seguir peleando. Nunca antes un boxeador le había dado tan dura batalla al temido Joe Louis.

Oriundo de Caleta Buena, bueno para nadar. Le gustaba el mar del norte, las escapadas de treinta y treinta y cinco kilómetros a Iquique con sus amigos. Soñaba con salir de la pobreza, de sacar de la miseria a su madre doña Vicentina Urbina de Godoy y a sus hermanos. El hogar era mínimo. El padre, Arturo Godoy llegaba a la pampa, a veces con algún dinero. Unas semanas de pescador y luego, se iba por meses, a vagos trabajos, a exploraciones. Mientras tanto el niño Arturo trabajaba como mariscador, y le daba fuerte a los remos, levantaba redes, recogía espinales, haciéndose mayor entre los pescadores y en las tardes nadaba.


Cuando cumplió los dieciocho años ingresó al regimiento Carampangue en Iquique. El atleta llamó la atención de un oficial. Incansable en el trote, inalcanzable en la natación, buceador de largo aliento y boxeador que derrotaba al más pintado de sus oponentes. “Prueba con los guantes. Tú puedes llegar a ser un buen peso completo”- le sugirió, comenzando a entrenarlo.
Muy pronto viajaría a Santiago como aficionado a pelear al Campeonato Nacional de Boxeo donde fácilmente logró el título de campeón de Chile en la categoría medio pesado. Sólo tenía dieciocho años. En esa época conoce a Luis Bouey, el manager del Tani Loayza, quien se estusiasma con Godoy.


Paso a paso iba ascendiendo, perfeccionando su técnica. El muchacho es obediente, aprende rápido. Al poco tiempo se va a Cuba. No tiene rivales en Chile. De La Habana, a Tampa, a Miami. Van cayendo boxeadores en Chile y en el extranjero. Ya es todo un ídolo nacional. En 1936 debuta en el Madison Square Garden. Empata con Al Ettore y luego idéntico resultado con Leroy Haynes. La noche en que derrota por Knock-out a Jack Ropper muere su gran amigo y conductor técnico Louis Bouey. Se pone en las manos de Lou Brix. Vence a Otis Thomas, a Art Sykes. Ya tiene 24 años y está entre los grandes. Enfrenta a Tony Galento, “el cervecero Galento” que había tirado con su derecha de miedo a la lona nada menos que a Joe Louis. Godoy lo derrota por puntos.


Luego de unos meses vuelve a Sudamérica y vence a Ans Birkie y a Alberto Lovell. Con este triunfo se convierte en campeón de los pesos pesados del continente. Y ya estaba listo para enfrentar a Joe Louis.

El 9 de febrero de 1940, en el Madison Square Garden de New York fue el combate. Godoy tenía 28 años. “ Esa noche hacíamos fuerza. Godoy caía y volvía a caer a la lona. Se incorporaba, iba hacia el negro, la multitud rugía enardecida. Godoy con la cara sanguinolenta, hinchada, tirando sus manos a ciegas, cae de nuevo, sigue Godoy, vuelve al combate, transcurren los rounds, hay que detener la pelea, no ¡arriba Godoy! ¡arriba Iquique! ¡arriba Chile! Suena la campana final. Gana Joe Louis...Es un triunfo de todas maneras. Nunca un boxeador chileno había llegado tan lejos.


El 20 de junio de ese mismo año, Godoy va por la revancha en el Yankee Stadium. Pero ya no fue lo mismo. Godoy ha descuidado su entrenamiento, está gordo. Animoso, sí. Pero nada puede contra un Louis en sus plenos poderes. “El bombardero de Detroit” lo bombardea hasta casi destruirlo. En el octavo round Godoy cae cinco veces. Es el fin de una ilusión.
Después de su derrotas con Louis, Godoy continuó boxeando profesionalmente hasta el año 1951 y anunció su retiro definitivo en 1953 dejando vacante su título sudamericano de peso pesado. Falleció el 27 de agosto de 1986 a la edad de 73 años

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Y la fría indiferencia de Joe Louis.


Cuando algunos especialistas aprecian las peleas de boxeo como si se tratara de carreras de caballos, donde alzarse con el instante final pareciera ser lo único que cuenta, y donde el valor supremo del honor deportivo va desvirtuado escatológicamente por el recorte completo de luz a todos los cuadros que componen la secuencia anterior al momento culminante del "cruce de disco", entonces, lo único trascendente que se sabe de esos especialistas, con pura y reveladora certeza -parafraseando al gran Sócrates- es que no saben nada o que no alcanzan a ver nada, lo cual es lo mismo.

Asistir a las peleas de boxeo suele ser lo mismo que asistir al des-arrollo de una composición artística. Donde los artífices de la creación son como dice Ricky Ray Taylor,
grandes develadores de la obra y no tanto sus fabricantes. La obra en sí, ya está formada por cierta magnificencia de atributos que los púgiles tendrán o no tendrán la suficiente entereza y determinación de develar. El ring es el lugar donde eso deberá plasmarse, o mejor dicho, salir a la luz.


Y cualquier cosa que pueda proyectar una pelea de boxeo sobre la capacidad individual de compasión o involucración de un determinado observador, merecerá siempre mucha mayor atención que las miopes conclusiones que se obtengan de algo que, de por si, no posee más que una ínfima y estéril incidencia de contabilidad estadística: eso que se anota bajo el rótulo de "resultado oficial".

Con el correr del tiempo, de todas las grandes peleas de boxeo y más aún de aquellas disputadas entre los grandes artífices de la lid, no se verá relucir demasiado la hojarasca de la polémica, ni quedará demasiada tela para cortar de los dictámenes que dieron los jurados, fueran ellos parciales o imparciales, ni tampoco de las apreciaciones sesgadas que suelen tener los aficionados, que por lo general quedan compenetrados y contaminados por el arrobamiento de sus propias percepciones, ni de las palabras "autorizadas" de los críticos, ni de ninguna otra cosa más que de la exposición directa y concreta de los contundentes hechos sucedidos arriba del ring.

Aquello sucedido en el ring es lo único que hablará por si solo.
Y en ese sentido la pelea en si es la única pieza compuesta de material trascendente. Al decir la pelea en si me estoy refiriendo a "toda" la dinámica de la representación, a la íntegra y contínua secuencia que se expande entre la puntada inicial y final de toda la acción, no solamente al cuadro postrer de la campanada final o el del anuncio del fallo.


Joe Louis vs Arturo Godoy I, 09/02/1940


Cada pelea es como una obra artística subjetiva y atemporal, que necesariamente va a quedar a resguardo de las valoraciones de los comentaristas y de los retoques impuestos por los curadores contemporáneos, y va a seguir brindando futuras posibilidades de reinterpretación y reelaboración sobre la base de los siempre cambiantes parámetros de juicio. El arte del boxeo es similar al del teatro.

Exhibe la misma variedad de reflejos que emanan ininterrumpidamente de las fuentes del
alma humana, de la vida, del esfuerzo diario, del coqueteo con la fragilidad y fugacidad de las cosas amadas, por las que vale la pena luchar y arriesgarse y de relación tortuosa con la misma muerte, bajo la indulgente mirada de un misterio todopoderoso.
Pero el boxeo no se conforma con recrear la trama histriónica de algo tan grosso como la vida, por medio de efectos, maquillajes, marquesinas, luminarias, atuendos...

La acción del boxeo prefiere la autenticidad del efecto real del cansancio, del dolor, del redaño, de la impotencia y la exultación
del goce que en su caso, no es representación de representación y no es el espejo de una historia fingida.



Ni el público "espectador", ni los actores "protagonistas" que acaban de cerrar una manifestación de arte vital irrepetible, en el que abrevaron la majestuosa presencia del carácter, el empeño, los vicios y las virtudes con idénticas fuerza y vivacidad con que dominan en la vida real, pueden salir indiferentes. Como lo hace el teatro, el boxeo también moviliza esa catársis emocional y colectiva.

LOUIS

Devastador y notable


Hay una buena coincidencia entre los especialistas para considerar a Joe Louis entre los 10 mejores boxeadores de todos los tiempos. Muchos historiadores y aficionados de boxeo sostienen sin más, que fue el mejor peso completo de toda la historia y no es extraño que así lo parezca. Poseedor de una pegada formidable, ambidiestro, excepcionalmente armonioso, elegante en sus movimientos, siempre con su guardia bien armada, veloz, certero como pocos otros pesados históricos, austero y selectivo a la hora de lanzar sus golpes hasta el punto de desarrollar unas cuotas tan altas de "aciertos sobre golpes arrojados" que serían inimaginables por estos días y un especialista depurado en la técnica de combinar andanadas letales apostado desde cualquier ángulos que se le ofreciera.
El mejor peso pesado

Paradójicamente, el mejor peso completo de todos los tiempos rara vez estuvo por encima de las 200 libras o de los 90 kgs de peso, aun a pesar de su altura de 188cm y su enorme envergadura de brazos de 193cm. Fue el campeón del mundo de más largo reinado-1937/1948-, y cuenta con un racimo de nocauts memorables sobre Primo Carnera (118 kgs), Max Baer, "Cinderella Man" Jim Braddock, su primer vencedor y archirival Max Schmeling, Tony Galento y su obra maestra de 1941 ante Billy Conn en el mitico Polo Grounds de New York, en lo que se describe como la más bella y letal combinación de 6 golpes certeros aplicados desde una condición desesperada, luego que él mismo recibiera una inesperada seguidilla de parte del muchachito de Pittsburgh.

Louis dejó tras su paso por el boxeo un legado de estatura legendaria. Su influencia estilística se proyecta sobre un vasto número de figuras modernas, que habiendo abrazado y emulado su místico porte, reeditaron casi sin excepción su marcha consagratoria. No es que Louis fuera un "grande entre los grandes" solo por haber logrado alcanzar notables marcas y metas deportivas. El estilo Louis, la forma de competir de Louis fue lo que triunfó más allá de toda discusión.


Louis protagonizó para su época una verdadera revolución técnica y atlética. Louis entendió como nadie el arte de utilizar todo el ring de manera estratégica y metodológica y derrumbó la concepción histórica de lo que significa ganar terreno en posiciones ofensivas y defensivas. Y también Louis archivó para siempre la idea de ese competidor de primera línea apenas responsable, "romántico" poco apegado al esfuerzo del gimnasio o semi-proifesional. Después de Louis ya fue practicamente imposible concebir ese tipo de campeones, que descuidara una exhaustiva preparación previa y renegara de un profundo apego por el perfeccionismo constante.




Louis fue un gigante de dimensiones inverosímiles, y ante los ojos del Iquiqueño Godoy fue la piedra de la que se forjó la obra suprema del pugilismo trasandino.



lunes, diciembre 08, 2008

El ascenso y caída de José Manuel Urtain

el ascenso y la caída de
José Manuel URTAIN



En los momentos de mayor intensidad, el boxeo parece contener una imagen de
la vida tan completa y poderosa (belleza, vulnerabilidad, desesperación, bravura incalculable y autodestructiva) que el boxeo se convierte en la vida en sí, mucho más que un juego. Es el diálogo del cuerpo con su yo‐sombra: es decir, con la muerte.
Joyce Carol Oates, Sobre el boxeo

El mito:
Jose Manuel Ibar Azpiazu, "el morrosco de Zestoa", nació en el caserío Urtain, en Ibañarrieta Zestoa (Cestona) -Guipozcoa- País Vasco, un 14 de mayo de 1943. Su padre era, claro que si, levantador de piedras y encontró la muerte debajo de la barra de un bar, un día que intentaba cumplir con uno de los tantos desafíos de resistencia física que le habían apostado, el de soportar el peso de quince personas sobre si. José era su hijo y sentía ese destino en las venas. El también se hizo levantador de piedras, y adoptó el apodo Urtain de su aldea porque ese era su sello de identidad, y no había nadie más bruto ni más bestia en los alrededores de Ibañarrieta Zestoa, ni que más destacara en los "deportes" rurales vascos.
Si le daban un hacha, ahí tenían a un aizcolari que parecía una máquina talando troncos, si había una piedra de 200 kg, allí iba Urtain a ver si la podía alzar con una mano, o si se organizaba un arrastre de piedras con bueyes, Urtain era el primero que se ponía a arrearlos con ese vozarrón que Dios le había dado.(blog)
A los 24 años, cuando ya no le quedaban hazañas asombrosas con las que deslumbrar a sus paisanos y José Ibar había honrado la memoria de su padre realizando el sueño de convertirse en orgullo de su pueblo, un empresario de San Sebastián lo convenció de salir de la campiña y dedicarse al pugilismo profesional.

Y a ese enorme joven, hecho a fuerza de piedras, humilde, bonachón y pueblerino que apenas hablaba castellano, lo aguardaba una nación desposeída y ávida de triunfos como de héroes deportivos; y también un viejo régimen que tenía a la vista su propia cancelación histórica en la resquebrajada vitalidad del soberano, con una cultura rígida de toros y de cojones, con su mundo y su vida detenidos en el pasado de una guerra lejana y con una prosperidad postergada, que estaba a punto de parir cambios mayores. Todo ese momento histórico del país necesitaba del marco de gloria y soñaba con los fuertes brazos de Urtain bien en alto.

Urtain fue acogido con júbilo y vertiginosa idolatría. Y les fue arrancando a los españoles -con 27 nocauts consecutivos- un amor ferviente por su estampa brusca y cavernaria. Su imagen de torpe y sana robustez se volvió algo necesario y creció desde las hondas entrañas de la nacionalidad arrastrándose contra corriente del desasosiego político de ese tiempo. Esa visión de hombre ibérico empeñoso y taurino en la competiciones atléticas, creció hasta forjar las líneas fundacionales del nuevo ser deportista español. Urtain fue España y en tal carácter fue también inevitable que su imagen resultara utilizada abusivamente o exaltada con exageración y que terminara finalmente asociada a la suerte del régimen gobernante.

Al llegar a su nocaut número 28 (de un total de 30 consecutivos, contados desde el comienzo de su carrera profesional), se convirtió en Campeón Europeo de Peso Completo de la EBU (European Boxing Union Ltd.) derrotando al alemán Peter Weiland (ko7) en el Estadio de la Comunidad de Madrid. La ola de furor y de encumbramiento hacia su persona fue inmensa. Nunca antes un boxeador español había trascendido de tal manera las fronteras de la competición de entrecasa. Y el idilio continuó arrastrando al convencimiento incluso de muchos que antes habían alertado sobre la relatividad y escasa seriedad de los contrincantes con que se había querido "inflar" su carrera boxística. Enseguida vinieron otros tres nocauts consecutivos sobre los extranjeros Charlie Harris (ko3), Karl Brunnholz (kot1) y Juergen Blin (du).

El primer traspié llegó a continuación y en su propia tierra de San Sebastián. Como una advertencia. Perdió el invicto con el italiano
Alfredo Vogrig por descalificación, a causa de un golpe bajo, pero por suerte no había puesto en juego la corona europea. Tomó otros tres triunfos fulminantes ante Arno Prick (ko2), Tony Brown (ko1) y Stanford Harris (ko2).


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Después fue él quien cayó por primera noqueado por el veterano británico "sir"Henry Cooper (ko9), perdiendo su faja de monarca europeo y entonces si concluyó su luna de miel con la afición ibérica.

Aun así, retomó la senda de las victorias contundentes en España con otros 4 triunfos antes del límite, tuvo por primera vez un empate, ante
Mariano Echevarria en País Vasco, y cayó noqueado por segunda ocasión en menos de un año a manos del argentino Gregorio "Goyo" Peralta (kot8). Allí comenzó a entreverse la sensación de que Urtaín exhibía un dominio abusivo frente a los boxeadores mediocres, pero que no podía arriesgarse mucho más allá de sus contendientes europeos, porque perdía.

Esta idea se consolidó con su pobre campaña del año 1972, en el que solo obtuvo una victoria por puntos, un empate, un triunfo por descalificación, dos derrotas por puntos y ningún nocaut. Luego permaneció inactivo hasta finales del año 1973 y daba la impresión de haber perdido algo de ese fuego sagrado que le animó en sus tempranas conquistas. El año 1974 le permitió volver a noquear aunque solo una vez, a un peleador de nombre Richard Dunn (ko4). Sumó solo 3 peleas ganadas (dos por puntos) y padeció dos duras derrotas ante Rocky Campbell (abandono 6) y ante Santiago Lovell (ko3). Para 1975 y tras la muerte del General Francisco Franco, con una España en tiempos de transcición, se produjo el último acto de una fuerte pasión idílica con su pueblo.

El día de Reyes de 1975 recobró el título de campeón europeo, de manos de quien había sido su primer vencedor, el italiano Alfredo Vogrig. Lo hizo de manera fulminante con un ko2 y en una pelea realizad en la ciudad de Bilbao. En 1975 y 1976 desfiló ganando y perdiendo con enorme vergüenza deportiva por distintos escenarios españoles, sin la posibilidad de lograr sellar definitivamente su nombre como legítimo contendiente de rivales de primer nivel. El 12 de marzo de 1977 subió por última vez al ring para jugar su última chance por su antiguo cinturon continental. Fue en la ciudad de Amberes y ante el León de Flandes Jean-Pierre Coopman. Urtaín recibio el sexto nocaut de su historial, fracasó en el intento por recobrar sus pasados galardones y comenzó el largo camino de retroceso que finalizó cobrando el precio de su propia vida.
Urtain fue un símbolo trágico de toda una época trágica. Se crió en un mundo de desamparo afectivo y en una época en la que los hombres no se permitían decir te quiero, donde se extirpaba toda flaqueza emotiva y los hombres debían borrarse la fragilidad del amor o la debilidad de los sentimientos.

Vino desde ese ayer de dureza y desamor a cauterizar las heridas de un pueblo sangrante, dolido y resentido, que no le perdonó nunca el éxito y que tenía resuelto menoscabarlo hasta el olvido.
La misma fuerza de desamparo nacional que impulsó su meteórico ascenso durante aquellos gloriosos días de 1968/1970, fue la que lo empujó a los 49 años, en su carrera mortal hacia el vacío, aquella noche calurosa del 22 de julio de 1992 cuando saltó desde el décimo piso de un edificio de la calle madrileña de Fernan Caballero. Su mítico recuerdo enlaza ahora un nódulo donde converge una multitud de sensaciones y pasiones encontradas.


El juguete roto
Aquel final trágico, apurado a instancias de toda la soledad y desolación que abrumaban al ídolo caído en las profundidades de si mismo con el olvido de España, sin siquiera el sostén de la paga de una mísera pensión oficial y con una orden de desalojo por alquiler impago, se ha convertido en el punto de partida para una profunda revisión del fenómeno deportivo y humano, a partir de la producción teatral-cinematográfica del guionista español Juan Cavestany, con la dirección de Andrés Lima y la participación del actor español Roberto Álamo en el rol protagónico, titulada precisamente "Urtaín".


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Juan Cavestany

En el año 2000 empecé a escribir por encargo un guión cinematográfico basado en la vida del boxeador José Manuel Ibar, conocido como el Morrosko de Cestona o más aún como Urtain.

Urtain fue un boxeador tan mediocre como era la España franquista de finales de los años 60 y comienzos de los 70 del pasado siglo. Sin embargo (o tal vez gracias a ello) alcanzó una gran fama y se convirtió en uno de los grandes personajes "mediáticos" de nuestro país. Se quitó la vida saltando desde la terraza de un décimo piso en 1992, cuatro días antes de que España purificara su imagen mundial a través de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.

No existía ninguna biografía de Urtain. Todo lo que respecta a su vida y su carrera estaba desperdigado en las hemerotecas, las videotecas y los recuerdos a menudo contradictorios de quienes le conocieron. Por lo tanto tuve que hacer un intenso trabajo de documentación y entrevistas para elaborar un esquema lo más completo posible de la vida de Urtain, y en ese empeño llegué a convertirme en un experto en el personaje.

Entonces fue cuando me di cuenta de que toda la documentación que había acumulado no me servía. Lo sabía todo sobre Urtain, pero el caso es que al final de sus días, Urtain se había suicidado. Y suicidarse ¿no es una forma de decir al mundo: "no sabéis nada"?

Cuanto más me documentaba, más presente se me hacía la voz de Urtain desde ultratumba diciéndome: "no sabes nada".

Fue por entonces cuando cobró vida la idea de llevar este proyecto al teatro.

La historia de "Urtain" no podía ser meramente la historia de un "juguete roto" que culmina con un salto mortal al vacío. Decidí empezar por el final, conocido por todos, y caminar hacia el origen, envuelto en las tinieblas atávicas de la España profunda. (Proyectos Urtain)


Escena de la obra Escena de la obra Escena de la obra
Escenas de la obra "Urtain" a cargo de la compañia ANIMALARIO

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Desde la dirección
Urtain fue España. España acabó con Urtain. Se suicidó. La idea de Juan Cavestany viene de la posibilidad de hablar de una época de España salida del franquismo hasta el final de su famosa transición marcada por las Olimpiadas de Barcelona 92. Y por otro lado: La historia de un hombre pequeño, peleándose de verdad con el mundo, intentando saber quién es, intentando descubrir: «¿Qué he hecho yo para que todo loque hago sea tan sucio?», como él mismo decía. La metáfora del boxeador y la lucha por la vida es recurrente, pero en nuestro caso, nuestra España, fue real. Urtain fue utilizado como símbolo, como marca. La del toro, la del coñac, la España con dos cojones, la España de raza que tanto gustaba a Franco. ¡Y encima era vasco! Necesitábamos un símbolo que saliera de la pobreza y el catetismo a base de hostias… ¡y lo encontramos! Los políticos y la prensa se ocuparon de auparlo y cuando estaba en lo más alto del trapecio lo dejaron solo y sin red. Finales de los 70, la transición. Cada cual arrima el ascua a su sardina. Urtain ya no interesa. El alcohol, el olvido y la falta de recursos se ocupan del resto. Es paradójico que, mientras el deporte español triunfa en las Olimpiadas de Barcelona 92, Urtain se suicida. Siempre he pensado que todo el deporte, la competición, tiene algo de fascista, y en el caso de Urtain su «raza» tampoco le aseguro la pensión. ANDRÉS LIMA

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Jose Manuel Urtain y Roberto Álamo





sábado, diciembre 06, 2008

El Potro Abregú sigue a paso firme

Carlos Luis "El Potro"
A B R E G U
camino hacia su chance mundialista
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Cuarta pelea para Luis Carlos Abregú -El Potro-(24) en suelo norteamericano. Y resulta importante por diversos aspectos. Primero, por el solo hecho de seguir consumiendo etapas de crecimiento personal, segundo, por el mantenimiento de su nada despreciable posición (la 7ma.) dentro del ranking de la única entidad mayor (el CMB) que por ahora lo divisa como protagonistas de la categoría welter -y que todavía muestra al ex campeón y compatriota Carlos "El Tata" Baldomir, que es ahora su manager- dentro del "top 10", y por último, aunque no menos importante, por lo fundamental que resulta para el salteño, a esta altura de su carrera, seguir apuntalando el prestigio que viene amasando, laboriosamente, dentro de uno de los circuitos predilectos de los observadores de boxeo mundial de primera serie: el sur de la costa oeste de los Estados Unidos, o más específicamente el sur del Estado de California, uno de los centros de mayor generación y consagración de leyendas latinas a lo largo de las últimas cuatro décadas.

7mo round


El Salteño.


Tucumano de nacimiento y salteño por residencia y por adopción, se inició en el boxeo a partir de los 16 años como amateur, ganó 140 de 143 peleas en nuestro medio, y comenzó su carrera en el campo rentado a principios de marzo del 2005. Durante los 3 años y medio transcurridos hasta esta pelea, está invictocomo profesional y cuenta una imponente seguidilla de 24 triunfos con 21 nocauts, lo que señala un increíble porcentaje del 87,5% y lo presenta, naturalmente, como un prospecto singularmente atractivo a nivel mediático. La impecable consistencia y la seriedad de su tarea hasta este punto, le han granjeado el acercamiento del mismo Carlos Baldomir, que junto al salteño Pablo Martínez y el mexicano Abel Sanchez son los actuales manejadores, en la esquina y en los contratos, de la ascendiente carrera del Potro. Gracias al Tata, Abregú quedó ligado a Sycuan Promotions por cuatro peleas en EE.UU., de las cuales tres ya se han convertido en victorias. Y para esta última pelea del año, Abregú ya ha pasado a la órbita de una promotora de verdaderos kilates como la GSP (Gary Shaw Promotions), que actualmente tiene en sus huestes a talentos como Vic Darchinyan, Chad Dawson, Rafael Marquez, Timothy Bradley o el ascendiente "perro" Alfredo Angulo.




Este siguiente paso en la carrera del salteño, que es "El Rey David" Estrada (29), significa la medida justa para continuar por la senda evolutiva que uno se figura como la más adecuada. Estrada, oriundo de Chicago, es un diestro veterano y duro que en el 2005 le supo aguantar los 10 rounds a Shane Mosley y que tuvo además, "honrosas" caídas ante otros notables de la talla de Kermit Cintron (KOT10) y Andre Berto (KOT11). La pelea no contará con ningún título en juego, pero se presenta como el evento principal de la noche de ShoBox: "El Viernes de la Nueva Generación" (The New Generation Friday), a través de la cadena SHOWTIME. Estrada está considerado como un contendiente probado, más allá de su experiencia ante rivales de primera línea, ha sido eventualmente sparring de otras grandes figuras incluyendo ex campeones del mundo como Fernando Vargas, Sharmba Mitchell, Andrew Lewis o Zab Judah. Abregú por su parte, viene de haber colaborado en el entorno de Floyd Mayweather Jr. en camino de su preparación para la pelea con Ricky Hatton.

El pesaje ante la Comisión Atlética de California registró 148 libras para cada uno.


La pelea.
Los tres jurados y el referee, David Mendoza, son californianos. El record de Estrada, de 22 triunfos, 5 derrotas y 13 nocauts no pintaría en si mismo la verdadera peligrosidad de "King David". 9 años de profesionalismo y contundentes performances con rivales serios, como Chris Smith, a quien demolió con su velocidad y precisión de contragolpes, lo posan como temible a priori. Y el Potro va a tener que ir prudentemente.


Pero Abregú, necesita darse a conocer y por lo tanto no podrá dejar de tomar rápidoamente la iniciativa. De entrada se muestra bastante cauteloso, guardando distancia prudencial, moviendo los pies y la cabeza, pero acelerando la traslación frontal para dejar la imágen de estar permanentemente en avance. Estrada por su parte, sin ninguna preocupación de principiante, aparece más estático y abierto, con la espectativa de encontrar una posición adecuada para empezar a lanzar manos pesadas en contra.

Poco a poco, la prolijidad y concentración del salteño van apoderándose de la escena y apenas superada la primera mitad del round inicial ya se lo ve al Potro colocando firmes estocadas al cuerpo y a los planos altos del americano. Cuando este empieza a tomarse las cosas con mayor seriedad, pronto advierte que la mayor velocidad de pies y manos del argentino lo pone en riesgo de ser superado en los cruces y rechazando la invitación al intercambio franco, se va replegando tempranamente ante los primeros arrestos del Potro.

Abregú ha establecido un control efectivo de la distancia y ha obligado a Estrada a tener que adoptar una posición defensiva. En el arranque del segundo, Estrada intenta trabajar con su jab y recibe la misma mano en anticipo. Las piernas y manos de Abregú ahora controlan distancia, avance y anticipo. El siguiente intento de David Estrada es el de lanzar derechazos sin previo anuncio. Después de sorprender la primera vez, sus siguientes intentos se dirigen a blancos que le quedan fuera de alcance. Pasado el 1:35 del segundo capítulo, el Potro le devuelve iguales gentilezas y aterriza bombazos en la cabeza del de Chicago, que trastabilla en deslucida retirada. El efecto de esos golpes expone a Estrada a un castigo notable hasta la finalización del round.

Estrada sintió el poder de las manos del noqueador argentino y ha perdido movilidad. En el tercero solamente atina a lanzar manotazos erráticos y a cubrirse impúdicamente la cabeza cuando vienen los retornos. El Potro administra sus envíos y prácticamente acierta cada golpe que lanza con dureza hacia el cuerpo y la cabeza de Estrada. El castigo es contínuo, pero Estrada es durísimo y absorbe la paliza sin dar impresión de estar cerca de quebrarse. Pero evidentemente está incómodo y estático en la distancia del argentino, lo que lo lleva inconscientemente a acercarse con la guardia cerrada, tratando de achicar la distancia. Más cerca de su rival ve la posibilidad para utilizar los codos de manera poco amable. Abregú tiene delante de si un trabajo pesado y complicado.

Para doblegar a un rival tan duro como Estrada, hace falta una presión permanente. Y el carácter del Potro viene a prueba a comienzos del cuarto asalto. Estrada sale intempestivamente a llevárselo por delante. Pero un Abregú atento y focalizado en su labor lo detiene y devuelve a la realidad. Una y otra vez vuelve Estrada a su coraza y a padecer el déficit en el trueque de golpes potentes, golpes que además han ganado en intensidad y variedad.

Estrada ha demostrado ser un exámen mayúsculo para Abregú. Pero al comienzo del quinto, el salteño, que le suelta sus manos en improvisación magistral, ya está ganándose una calificación impecable. Cuando todo parece estar mejor para el salteño, una de las desesperadas manos al aire de Estrada, va muy malintensionada con la parte interna del guante y casi con el antebrazo golpea sobre párpado y frente del salteño provocando una herida sangrante en el ojo izquierdo.

A esa acción le sigue una repentina contraofensiva, apuntalada en el exelente estado físico del de Chicago, que pronto termina ahogándose en la superioridad numérica de aciertos por parte del Potro que conecta siempre los mejores golpes.

Psicológicamente, el corte ahuyentó cualquier tendencia derrotista que estuviera acunando el Rey David. Vuelta a comenzar todo. El cansancio ya parece pesar en ambos púgiles y para el sexto round el número de envíos ha decaído sensiblemente. Esto favoreció la imagen de Estrada, que dentro de la sequía de envíos apostó a conectar sus pocos golpes de manera potente. Igualmente Abregú salió adelante en base a su mayor concentración, movilidad, rapidéz de manos y precisión.


Carlos Abregú vs Thomas Dulorme

El tramo más dramático de la pelea, cuando a partir del séptimo las reservas físicas comenzaban a escasear, fue resuelto por el salteño de manera táctica. Volvió a la larga distancia y en la selectividad reinante, tomó los golpes "fáciles" y se apartó del negocio violento que buscaba su rival. Estrada empezó a sentirse frustado. Tomó incluso una guardia de zurdo por algunos pasajes, pero no encontró la ubicación exacta para tirar a fondo como había sabido hacerlo en rounds anteriores. Estrada terminó la vuelta marrando de manera ampulosa y permitiendo golpes netos que alentaron el lucimiento de Abregú.

A dos rounds del cierre, sintiéndose en control del trámite, Abregú tomó la iniciativa más natural aconcejable: cedió el centro del ring y conservó el manejo de la distancia y el anticipo. En el manejo de la distancia El Potro emuló el estilo de los mejores días de ODLH (Si todavía vale esa figura a manera de elogio). Terminó caminando hacia adelante y llevó a Estrada a extrañas maniobras de zarpazos desesperados para cubrirse la lluvia del castigo. En ese momento, Abregú frustó hasta el deseo de pelea callejera y bailoteó jugando con la impaciencia de su golpeado contrario.

La ventaja de cachet mediático podría hacer suponer a Estrada o sus seguidores que esta pelea venía pareja. Pero la fría observación marcaba que Abregú había ganado sistemáticamente cada uno de los rounds disputados. Con enorme vergüenza boxística, Estrada salió a la búsqueda de lo que no deseaba que le regalaran los jurados. La primera mitad del noveno fue una especie de ciega cacería humana, donde la presa se escurría y el tiempo le quemaba las piernas. La segunda mostró las concecuencias de ese desgaste, las piernas de Abregú valieron en igual medida que el corazón de David Estrada. La pelea adquirió un brillo de definición abierta, impropio de su desarrollo, porque el empuje y la fiereza del veterano luchador dejaban abierta la posibilidad de cualquier definición sorpresiva.

La rabiosa arremetida del round noveno no iba a encontrar la necesaria gasolina para repetirse en el último round. Y controlar las esporádicas catapultas del americano ya sería tarea mucho más sencilla para El Potro. Un cansado Estrada invitaba a la batalla abierta mientras las escasas balas le sacudían las propias posiciones. En el último minuto de pelea, Estrada, ya decidido a quemar las naves hizo un último lanzamiento "a la carga barraca" que encontró a Abregú casi corriendo para guarnecerse de los cañonazos. Así y todo, por la ausencia de piernas en Estrada, la eficacia de ese ataque fue prácticamente nula y patéticamente, el Rey David culminó su noche a plena zancadilla en un intento por derribar al salteño a todo precio, ya que la mano salvadora que había buscado desesperadamente ya nunca se le presentaría.

Ganó ampliamente el salteño. Aunque como era de prever, el localismo hizo aparecer la historia mucho más exigua. Jerry Cantu 98-92 | David Denkin 98-91 | Raul Caiz Jr 94-96.

viernes, diciembre 05, 2008

LaTuti Bopp capturó su primer título pro

"TUTI"-i-fiocchi
En solo 7 presentaciones pro
la "Firpo de Oro 2007" Yésica Tuti Bopp
ya es campeona mundial interina
título minimosca AMB y va por más

ganó, gustó y continúa el idilio

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La multicampeona amateur y recientemente profesionalizada, Yésica Yolanda "La Tuti" Bopp (7-0-0, 3 ko), de 24 años, brilló ante su público del Luna Park de Buenos Aires, estirando a 7 la racha de triunfos consecutivos en el campo rentado y coronando el muy merecido interinato del título mundial minimosca de la AMB, con un gran triunfo por puntos ante la venezolana Ana Fernández (8-2-1, 5 ko). El fallo de los jurados fue unánime en su favor, con los siguientes puntajes: Jesús Coba (Venezuela) 100-90, Basilio Flecha (Argentina) 100-88 y Edgardo Coduty (Argentina) 100-91.

A estas alturas, la Tuti de Wilde, "la Piba de Oro," parece convertirse en un torbellino de seducción boxistica similar al que regala su delicada belleza y que viene ganando terreno de manera imparable. La multitud de los 9.000 espectadores congregados alrededor de una cartelera conformada de manera exclusiva en torno a figuras del boxeo femenino de entrecasa, no tiene precedentes en estos lares. Y muchos de esos concurrentes estaban ahí atraídos por el mismo boxeo fino que viene ligado a la historia del más sagrado de los recintos del boxeo argentino.

Infinidad de nombres dorados del deporte de antaño, que desfilaran por este teatro modelando el paladar boxístico que una y otra vez hiciera síntesis en Prada, Lausse, Thompson, Locche o Ballas, pareciera haber encontrado su continuación en esta chica y fundamentalmente, se reencuentra con la latente esperanza de llegar despertar al viejo templo de don Tito Lectoure, de ese interminable e incomprensible letargo en que se sume desde sus mejores noches.




Es cierto que el puñado de títulos en juego y el imán central de la programación se volcaban a captar el interés por ver la resolución tan postergada del duelo de fondo, el de la formoseña Marcela "La Tigresa" Acuña y la jujeña Alejandra "Locomotora" Oliveras, duelo cargado de una enorme fuerza mediática y sobrealimentado por la exitación que naturalmente generó la interminable batería de bravuconadas vertidas ante los medios periodísticos. Existía un genuino interés por asistir a la velada donde las peleadoras más mediáticas finalmente se verían en el ring para la pelea unificatoria de los títulos supergallo AMB y CMB, y aun así, entre los concurrentes se constató también una abultada presencia de público habitué del boxeo, aquél que no va detrás de lo meramente mediático, y dentro del cual se vió una generosa grey de seguidores propios de la Tuti, que la siguió y alentó fervorosamente, quedando ampliamente satisfechos del desempeño de la nueva monarca que superando airosamente este trascendente compromiso, renovó el crédito de las grandes esperanzas cifradas sobre su calidad.

La megavelada del Luna de este pasado 4 de diciembre venía titulada "Perfume de Mujer," ya que contemplaba la presentación central y excluyente de dos peleas en las que estaban en juego títulos mundiales del boxeo profesional femenino.

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Por la unificación de coronas de la categoría supergallo, Marcela Acuña, "la Tigresa" (31-5, 16 KO), pionera del deporte de los puños, y licencia nº 1 de boxeo femenino, campeona por la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) derrotó por puntos y de manera incontrovertible a su archirrival (aunque solo en el campo de las declamaciones y la verborragia) la jujeña radicada en Córdoba, Alejandra Oliveras (12-1-2, 2 KO), quien poseía el título del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) conseguido en México, de visita, ante la aguerrida Jackie Nava. Al cabo de los diez rounds de un combate emotivo y sobrecargado de tensión, la mayor claridad de Acuña prevaleció netamente sobre el empeño y la guapeza desordenada de Oliveras, que andando el quinto round y expuesta abiertamente a uno de los duros cruces que ella misma intentó proponer desde el principio, resultó alcanzada de lleno por un perfecto cross de la Tigresa, (el que también fue seguido de un irregular golpe de remate a la nuca por parte de la ahora campeona unificada, acción no advertida por el árbitro panameño Gustavo Padilla y que debió invalidar la caída) que la mandó a la lona y la tuvo al borde del nocaut en los segundos finales de esa vuelta. A partir de allí, la eficacia y prolijidad de Acuña sentenciaron el curso definitivo de la contienda.



El megashow televisado en directo por la señal de cable TyC Sports y tuvo otros tres combates entre profesionales, donde sobresalió el KO2 conseguido por el Víctor Emilio Ramírez (12-1-0, 10 ko y 1 sin decisión) sobre Héctor Ricardo Sotelo (18-9-2, 6 ko), por el cinturón sudamericano crucero en poder del primero.