lunes, mayo 04, 2009

Galindez: Al rescate de su legado



Victor Galíndez Fotografiado por Jerry Lodriguss


Este 10 de mayo se cumplirá el cuadragésimo (40) aniversario del debut profesional (10.05.1969) de Victor Galíndez; el más épico, aguerrido y competitivo boxeador que haya nacido en suelo argento. Cinco días más tarde, se recordará el trigesimotercer (33) aniversario de su Obra Magna: la victoria por KO15 ante Richie Kates en el estadio Rand de Johannesburgo (15.05.1977) que se alza por sobre todas las demás hazañas consumadas por el oriundo de Vedia, y que rezuma la mayor coraza de fuerza y confianza competitiva que, a modo de marca "boxeador argentino," se han venido calzando altivamente, cada una de las generaciones de boxeadores nacionales que salieron a competir internacionalmente desde ese día, por todo eso que significa tener en los anales históricos de una nación, al boxeador que en una pelea de título mundial consiguió un fulminante nocaut en el último segundo de una gresca caótica, sangrienta, abierta, salvaje y totalmente adversa.

Si aquel Victor Emilio Galíndez, que dejó desparramada su sangre en los más diversos escenarios del deporte del mundo, aun estuviera entre nosotros, hoy andaría rondando los 60 años y a partir de esa hazaña de Sudáfrica y de la desaparición temprana de las otras grandes figuras del boxeo argentino, gozaría de altísimo prestigio, reconocimiento público, mediático y seguramente hasta político. Galíndez era rebelde por naturaleza, indoblegable y extremo como lo era en el ring, también era de la misma manera en la calle, en el gimnasio o en sus declaraciones. No comulgó nunca con los gobiernos de la Dictadura Militar que comenzó aquel año 1976 de su victoria ante Richie Kates. Su rebeldía, su pelo largo, su indisciplina y su apego a la vida nocturna, lo colocaban automáticamente en las antípodas de la severidad de las formas de entonces. Pero era viril, arrogante, ganador y podía ser brutal, quizás el poder político de entonces nunca quiso saber de sus desplantes, estaba dispuesto a seducirlo a cualquier costo. Pero no se puede seducir la bravía alma de un Leopardo.

Estoy seguro que hoy sería encumbrado por esas cosas, y entonces, el recuerdo de las peleas que siguen a continuación, no necesitaría ser rescatado de bajo los escombros de Youtube para ser colocado en el marco de la veneración plana y popular que se merecen, independientemente de la hojarasca y de la anécdota, exactamente por lo que son.

Basta echarles una mirada para comprender el por qué.


Por eso, a pesar de la ingratitud de cierta memoria colectiva, que no lo recuerda ni venera porque ya no lo puede utilizar; qué mejor manera de recordarlo y evocar esas fechas que recorriendo el trayecto postrer de su campaña, el del lapso que va comprendido desde esa pelea de Kates en el '76, hasta su última pelea profesional con Jesse Burnett en 1980.

Esa etapa compone el período mas rico de la historia profesional del peleador de Morón, ya sea por emociones, por altibajos, por contínuos zigzagueos entre intensos períodos de arrebato y de entusiasmo, seguidos luego de profundas decepciones, y va cabalgando siempre sobre el vertiginoso damero de pasos aciagos, erráticos y luego extasiantes; culmina en su retiro definitivo de los rings y en su fugáz debut y despedida en el Turismo Carretera, donde perdería trágicamente su vida un 26 de octubre de 1980.



Galíndez y Lizeviche - Revista Corsa N° 752


en la 3ra. fecha del Campeonato 80/81 se producía el debut. El Chevrolet N°19 había finalizado 11mo. en la 1ra. serie.Lizeviche declaraba en Boxes:"Deseo fervientemente que el auto no se rompa.Uno tiene muchas alegrías y frustraciones encima como para digerir otro abandono....".Y mirándolo a Víctor agregó:"...el se merece que el auto responda.Si Dios quiere hoy será un día inolvidable en su vida..."

Antonio Lizeviche-Víctor Galíndez.Historia de una muerte absurda.

EL LEOPARDO DE MORON


Había cierta fortaleza cruda en su pose. O talvez en la manera de comprimir los 79.378 kilos de peso en apenas 1.75m de estatura. Una contextura de rigidéz muscular tan compacta que sólo encuentra parecidos en los 0tros grandes connacionales de la división, como Miguel Angel Cuello o Jorge Ahumada. Pero los mayores protagonistas de esa Era Dorada no se le parecían en nada: Matthew Saad Muhammad-Franklin, Dwight Muhammad Qawi-Braxton, Marvin Johnson,Eddie Mustafa Muhammad-Gregory, Len Hutchins, Mate Parlov, Richie Kates, Jesse Burnett, Andros Ernie Barr, Eddie Owens, Yaqui Lopez y Mike Rossman, eran todos corpulentos y medían más de 1.80m.


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18-06-1977 - Título Semipesado AMB - Sport Palace,
Roma, Lazio, Italia

El hombre poseía indudables dotes innatas de peleador, que se develan en la manera inconsciente de perfilar los hombros o de flexionar levemente las rodillas; tanto para ajustar una ininterrumpida ubicación defensiva y pivoteante respecto del alcance de los brazos del rival, como así también para encontrar la postura de mayor comodidad desde donde disparar sus manos, siempre de manera pesada y sorpresiva. Galíndez era primariamente un boxeador defensivo. Eventualmente acompañaba el movimiento protector colocando uno o ambos guantes a la altura de los ojos, y no olvidaba ni perdía jamás la refencia de la ubicación de sus pies con relación al pié de apoyo del contrincante, atento a las posibles contras.


Amaba la iconografía del leopardo porque su manera de moverse por el ring escondía rasgos felinos. Se desplazaba lento, amenazante, escurridizo en la manera de acomodar su torzo, y lanzaba terribles zarpazos con suma precisión, y siempre sacaba fuerzas como si estuviera hambriento de sangre.

Para una generación de semipesados de enorme altura, cambiar golpes francos con Galíndez, en esa situación de superioridad de talla y de alcance de brazos, debe haber resultado siempre tentador. Los números dan cuenta de la efectividad errónea de esa apreciación.

Victor Galindez vs Eddie Gregory ("Eddie Mustafa Muhammad")
11-20-1977 - Título Semipesado AMB - Torino,
Piemonte, Italia


Galíndez tenía contadas reservas aeróbicas para afrontar los 15 rounds de su época de Campeón Mundial, pero solía doblegar al adversario en intercambios furibundos, donde ejecutaba rápidos movimientos laterales para descargar combinaciones de 3 o 4 golpes netos y generalmente muy precisos. No tenía manos picantes pero las lanzaba con tanta enjundia y temperamento que alcanzó el ratio de 48.57% de nocauts, promediando las definiciones a la altura del cuarto round.

No era fácil entrarle al cuerpo y como tenía una postura demasiado erguida, su cabeza direccionaba hacia si casi todas las iniciativas del oponente. Todos sus entrenadores se cansaron siempre de remarcarle la importancia de anticiparse a las manos de apertura por esa desventaja de alcance y siempre que perdió control de sus peleas terminó golpeado en la cara, cortado o conmocionado.


A pesar de su relación tortuosa con la balanza, fue un profesional que estuvo siempre a la altura de los mayores desafíos. Se enfrentó a una de las camadas de semipesados más prolíferas de la historia y salió bien airoso. En el balance de sumas y restas fue, más allá de su formidables papeles, un campeón reconocido y respetado por su valentía, por sus violentos arrestos de bravura y guapeza, históricos, que son de marca personal y por su estámina que es, todavía hoy, el referente preferido de cualquier tribuna deportiva que exige la entrega de sus deportistas. Galíndez exhalaba un fuego de sacrificio deportivo, que inmediatamente disipaba todo contorno de incongruencia o mediocridad de su figura. Fue un hueso duro de roer. En ese mismo peso y en la actualidad, yo creo que no tendría rivales hoy en día.



Victor Galindez vs Yaqui Lopez I
15-09-1977 - Título Semipesado de la AMB - Lazio,
Roma - Italia.


EL SER INDOMITO

Horacio García en su época amateur, Oscar Casanovas, Juan Carlos Pradeiro, Tito Lectoure, y luego sus hermanos Roberto y Omar Galíndez, Cacho Steinberg, Carlos Monzón o Amilcar Brusa, fueron sucesivamente quienes corpartieron la esquina con el púgil de Morón.

Todos fueron, más de una vez, testigos atónitos de sus irreverencias. El ritmo de vida desenfrenado y los excesos nocturnos conspiraban con la dramática lucha de Galíndez y su entorno por mantener el peso dentro del límite de la divisional. A partir de su última pelea en Italia el 06.05.1978, donde consiguió la segunda victoria por puntos ante Yaqui Lopez , su carrera cayó hacia una irresponsable seguidilla de desatinos en cuanto al descuido del peso y al alejamiento paulatino de las tareas de gimnasio, que condujeron ese mismo año, a la derrota y a la pérdida de su título mundial semipesado a manos de Mike Rossman en el Superdome de New Orleans, Louisiana. Su ilimitada vergüenza deportiva y su amor propio lo rescatarían de a poco del abismo de la noche, las mujeres y el alcohol. Siete meses más tarde, de regreso a los sacrificios y a la seriedad de la preparación para un combate mundialista, recuperaría esa corona con un nocaut en el noveno round al mismo Rossman, y en la misma plaza de New Orleans donde se había celebrado la pelea anterior.

El reencause insinuado en los últimos meses previos a la pelea con Mike Rossman fue solo aparente, Galíndez no podía con su genio y nuevamente los trastornos de su pasión por la farándula lo devolvieron en pésimas condiciones de preparación a su primera defensa con Marvin Johnson el 30.11.1979, otra vez en el Superdome. Ahora tenía delante de sí a una de las moles de la categoría, en su prime y con apenas 25 años. El resultado fue uno de los más memorables de los tantos via crusis del argentino, que esta vez resultó noqueado en el undécimo capítulo y fracturado en la mandíbula.
14-06-1980 - CMB Eliminación de Título Crucero
Anaheim, California EE.UU.

.Su último intento por recuperar los fueros perdidos lo realizó ante Jesse Burnett, el 14.06.1980. Después de fracazar en todos los intentos por permanecer en los 79.300 kls, tomó el ofrecimiento de la pelea con Burnett en California, realizando su última presentación con una figura visiblemente excedida de peso (86,200 kls en la balanza oficial). A los 32 años, con pocas pretensiones de demorar su definitivo retiro, con la idea de emprender una nueva etapa en su otra pasión de las competiciones automovilísticas y ofreciendo hasta el último instante sus habituales despliegues de garra y entrega, se fue derrotado en 12 rounds por el mismo contendiente, al que había derrotado tiempo atrás, en Dinamarca, allá por el abril del año 1976, aquel año 1976 que regresaba al pais a ese oscuro período de las 3 dictaduras militares y ese mismo 1976 que se regalaría la deificante gesta de Johannesburgo, aquella que tomó prestada su bandera a la camisa ensangrentada del árbitro Stanley Christodoulou
VIN




El notable fotógrafo deportivo Jerry Lodriguss inmortaliza
la figura de Galíndez capturando la fiereza de sus gestos




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