jueves, abril 16, 2009

Chris Arreola, una nueva esperanza americana

Arreola carga una sangre que le pide
a gritos medirse en una pista grande


y el mundo grande del boxeo se aferra a la gran esperanza que ya despierta


Anduvo trajinando desde muy jóven por casi 200 peleas amateurs. Desde muy temprano y hasta los 21 años alternó con rivales de categorías semipesado y crucero; lleva ya juntadas 27 victorias en igual cantidad de presentaciones como profesional de los pesos completos; y exhibe un rosario de 24 nocauts casi consecutivos (porque el raid se quedó estropeado con 2 triunfos obtenidos por la via de la descalificación y otro más por decisión unánime, en 6 rounds).

Cristobal Chris "La Pesadilla" Arreola ha llegado al punto de su carrera de pugilista, en el que la consistencia competitiva y la persuación que infunden sus puños y sus números, obliga a los críticos a la ardua tarea de caracterizar su rolliza figura, con alguna rotulación que descifre su posicionamiento real entre los valores que componen el paisaje de la máxima categoría divisional del boxeo, o mejor dicho el paisaje que delata la ausencia o aciaga escaséz de tales valores.

Hay ciertos entendidos que reparando -demasiado talvez- en el discreto escalafón de los rivales que lleva enfrentados, optan por denominarlo de manera entre despectiva y ocurrente, como ex prospecto.

El absurdo adjetivo es un giro dialéctico que intenta remarcarle al muchacho de 27 años, angelino de nacimiento y de pura raíz mexicana, que ciertamente está próximo aunque no del todo pronto para ocupar el lugar que le asignan sus envalentonados seguidores, su contundente pegada y sus credenciales amateur y pro.

Lo único que no puede obviarse por estas horas, es la dimensión del atractivo y del potencial de explotación mediática que constituye su doble condición de norteamericano y de azteca.

29.11.2008
Chris Arreola v Travis Walker.avi

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En casi 100 años de actividad fistiana, Mexico no ha dado grandes peleadores de peso completo. Salvo raras excepciones como Alfredo Zuany, Mauricio Villegas, Manuel "Pulgarcito" Ramos o el crucero David "El Macetón" Cabrera, ninguno de los cuales alcanzó a alentar chances ciertas de consagración ecuménica, la presencia mexicana entre los nombres de los 1000 mejores pesados de todas las épocas, ha sido casi nula.

Por motivos históricos opuestos, el boxeo norteamericano de peso mayor, que siempre sobresalió con brutal superioridad de número y calidad respecto del resto del mundo, se fue alejando paulatinamente de sus mejores días de explendor en una aniquilante declinación que comenzó hace más de tres décadas, y que vió el eclipse de su larga supremacía, primero con la irrupción del británico Lennox Lewis en los años noventa, y luego con el avance de una pléyade de robustos y corpulentos boxeadores originarios del antiguo territorio de la ex Unión Soviética, que con el protagonismo excluyente de los hermanos Vitali y Wladimir Klitschko, fue evaporando el surgimiento de cada una de las contrafiguras que el antiguo imperio boxístico de la Norteamérica le ha presentado todos estos últimos años.

Alargando la vista hasta las nutridas huestes de pesados estadounidenses que jalonaron la gloria de los años sesenta y setenta, recordando las estilizadas figuras atléticas de entonces, los moldes estilísticos y la personalidad desbordante y extridente de todos ellos, uno no puede quedar más que asombrado ante la sequía del presente. Es así comprensible y hasta lógico que ahora exista una gran porción de críticos y aficionados de todo el mundo que aparezca reticente a comerse el vidrio de las apariencias.La abultada y desidiosa silueta de Chris Arreola no es más que el signo que retrata el achatamiento de aquella jerarquía soberbia de antaño, si, y hasta los límite más paupérrimos. Bien se podría decir que Arreola es uno de los mejores entre la peor camada de boxeadores que ha dado la historia pugilística de Norteamérica. Pero no existe duda que hoy por hoy, sin más remedio que el de repeler los argumentos de la nostalgia, habría que concederle a Arreola todo el derecho a la ilusión, si más no fuera por el princio de la duda razonable.

Pero yo pienso que sin llegar al extremo del optimismo exagerado, hay algunas buenas razones para fundar que Arreola es más que un buen ex prospecto.


Chris Arreola v Travis Walker


Y al apuntar las razones, se podría comenzar por citar la apuesta que ha decidido tomar por él, hace menos de un mes, uno de los mayores agentes deportivos del mundo como es el abogado Leigh Steinberg, que fue representante del mismísimo Oscar de la Hoya y que apadrina a una docena de luminarias del baseball, football, basquet NBA, y otras actividades deportivas masivas del área de Los Angeles. O el contrato de exclusividad publicitaria que la poderosa franquicia de bebidas energizantes Whos your Daddy ha firmado con el boxeador latino este pasado 8 de abril, unos días antes de su última victoria por nocaut ante Jameel McCline.

Siguiendo con las razones, se podría también mencionar el trayecto (para diferenciar al término de lo que es su trayectoria o palmarés) que viene observando el púgil azteca. En su primer época amateur Arreola tuvo períodos de prolongada inactividad a causa de una permanente indecisión acerca de si tomar al boxeo como una carrera que exige entera dedicación, o no. Eso le causó más de un trastorno de condición atlética y de peso.

Al inicio del profesionalismo en 2003 su peso era de 233 lbs. Despues, a causa de esos avances sincopados producto de su indefinición vocacional, para su cuarta pelea en el 2004 ya rondaba las 251 lbs, y haciendo ostensibles esfuerzos para controlar el sobrepeso, ha venido desde entonces variando períodos de dedicación mayor o menor al trabajo de gimnasio que acompañan subidas y bajadas sobre aquellos mismos valores del comienzo. Su principal obstáculo para dominar el control de la balanza no ha sido su metabolismo ni su talla de 193 centímetros, sino su propia falta de convencimiento profesional.


"Realmente no sabía si el boxeo iba a llegar a ser una carrera para mi. No estaba seguro al pasarme a Pro y una vez que lo hice, me tomé las cosas de a una pelea por vez. Pero entonces empecé a noquear rivales y gradualmente empecé a pensar, 'Hey, talvez pueda hacer algo de plata haciendo esto"
Todo parecería sugerir, que con una debida motivación, como la de estar delante de algún desafío mayor y en vista a sus escasos 27 años de edad, Arreola todavía esté a tiro de quemar unas 20 o 30 libras de grasa y transformarlas rápidamente en contorno o musculatura más armoniosa.

Vale destacar que en el interin de los últimos 4 años, por el hecho de estar radicado en la ciudad californiana de Riverside tuvo la enorme fortuna de poder colocarse a mano en carácter de sparring y acumular experiencia guanteando con figuras de la talla de
Wladimir Klitschko, Hasim Rahman (vencedor de Lennox Lewis) o James Toney. Ese es un punto de valor agregado, de cara a la alta competición, que pocos tienen en cuenta. Significativamente Arreola eligió los servicios de un entrenador jóven (31) e hiperpositivo como Henry Ramírez, que le apuntaló la confianza anímica y lo ha llevado por caminos de éxito constante y progresivo.

No parecen de menoscabo sus triunfos ante
Zakeem Graham (10-1-0) cuya única caída había sido ante el experimentado Ruslan Chagaev, o ante Malcolm Tann (23-2-0) o frente a Thomas Hayes (26-1-0) todas por nocaut en los primeros rounds.

Y ahora, sus presentaciones del año pasado con triunfos categóricos en los terceros rounds ante
Israel Carlos Garcia y Travis Walker lo han catapultado también como atracción propicia para la plata fuerte de Las Vegas y desde entonces, ha caído bajo el spot de luces de la cadena de cable HBO, que ha manifestado reiteradamente su plena satisfacción con la gran trascendencia que viene rodeando la eclosión de su fenómeno de popularidad dentro de la afición latina. Su imagen viene escalando de una manera clara, distinta, y superior respecto de otros prospectos recientes.

Y están también los motivos técnicos. Más allá de la pegada fulminante, como patada de caballo, que está largamente proporcionada y correspondida con su peso, viene también su habilidad para ejecutar combinaciones de golpes de nocaut. Decirlo suena fácil, pero es extremadamente llamativa la simpleza con la que Arreola consuma los movimientos de remate ante distintos perfiles de rivales y ante diversas ocasiones de ataque. En la mayoría de sus acciones decisivas solo destacan 3 o 4 percusiones profundas que causan todo el estrago.


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Comunmente se dice que un directo siempre prevalece sobre un gancho, pero Arreola tiene asimilado otro axioma, y es el que le marca que un violento uppercut es el mejor vuelto de cambio para propinar en el cruce y que en el universo de los pesos pesados, suele abrir profundos callejones por donde, con menor exposición a las réplicas, se filtran posteriores lanzamientos de largo recorrido y de guardia abierta.







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La secuencia podría aparecer tan violenta como rudimentaria, y es casi seguro que es así como se ve. Pero eso no quita que ha resultado ser un mecanismo tremendamente eficaz para este boxeador, tan lento en sus desplazamientos y hasta extremadamente incauto para ceder los cambios de golpes siempre cerca del centro del ring, donde alguno de sus hipotéticos rivales del futuro, tendran un handicap de decisiva ventaja por outreach y por rapidéz de piernas.

La puerta del éxito de Arreola y la reivindicación parcial de la tradición histórica norteamericana no necesariamente tendrían que venir por un cruce inmediato con alguno de los Grandes Hermanos de Ucrania. Pero es dable pensar que la enorme conmoción mediática que acontecería con el mero rumor de estas peleas, imanaría a púgiles, promotores, realizadores, productores y cadenas de cable a concertar la pelea cuanto antes y tomar los suculentos dividendos que el proyecto daría en cualquiera de las plazas norteamericanas.

Asi, con ese estado atlético en el que Arreola acaba de presentarse frente a McClean sería decepcionante. El americano no tendría la menor chance con ninguno de ellos. Pero su puesta a punto dentro del rango de las 220-230 libras, combinada con la prudencia del escalamiento de posiciones del ranking por una senda sensata, como la que supondría llevar a cabo 3 o 4 peleas previas ante por ejemplo, Eddie Chambers, Alexander Povetkin, Samuel Peter, o inclusive ante Ruslan Chagaev o David Haye, y siempre que Arreola se convenza de que el boxeo es su gran posibilidad de consagración en esta vida, lo podría llegar a colocar en un plazo de apenas 1 año delante de un panorama ciertamente más propicio.

Si Arreola optara por esta ruta, esperando un mejor momento de aptitud física, el poderoso Vitali podría estar acercándose a los 39 años y talvez se acotaran las enormes brechas de velocidad y experiencia entre uno y otro, o quizas Vitali directamente se retirara, dejando el campo libre a su hermano Wladimir, que también rondando los 35 se colocara levemente más accesible para las aspiraciones de todos, entre ellos Arreola. Pero tal premonición, podría también ser engañosa si nos atenemos a las recientes exhibiciones de Bernard Hopkins ante Pavlik o de Mosley ante Margarito.


Arreola ha demostrado tener una gran resistencia física, de encaje, al castigo al que fue sometido por varios pasajes delante de sus últimos rivales. Esa sería la última razón de peso valedero para otorgarle crédito de una chance plena ante los popes de esta era.


De todas las dotes mencionadas, sospecho que su uppercut es la carta principal. Que su consagración en los pesos pesados llegara algún día por esa vía, no sería del todo novedoso, pero después de los lejanos tiempos de Mike Tyson auspiciaría un probable Renacimiento de la categoría más añorada. Un renacimiento en el mismo lugar en donde tuvo su apogeo el antiguo pasado Clásico.



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