domingo, mayo 24, 2009

Malvarez, sin la trampa del siempre y del jamás.

CLARO, PARA SIEMPRE !





Si jamás pudiste ver esta pelea, ya sea por edad o porque nunca la volvieron a repetir, quedate bien tranquilo, hay una fuerte explicación para todo esto. La criatura tuvo la mala luna de nacer en la segunda mitad de 1978 y el país entero fue cómplice de ese olvido. Este podría ser uno de los hijos desaparecidos del deporte. Si tenemos la vergüenza de reencontrarlo y reconocerlo, claro.







No bien el árbitro italiano Seryio Gonella hizo sonar el último silbatazo del partido final de la Copa del Mundo de 1978 entre Argentina y Holanda, en el Monumental de Nuñez esa inolvidable tarde-noche del 25 de junio de Kempes y Passarella, el pueblo Argentino se declaró a si mismo Campeón del Mundo para siempre y de tal modo se volcó masivamente a las calles a festejar que empezaba a darle la espalda, pensaría también que para siempre, a esa infame y prolongada era de los "campeones morales" y a su complejo de pueblo triste y esforzado pero perdedor.

Se aunaba al estado de ánimo general el ocultamiento que lleva siempre a cierto periodismo resultadista, a sepultar como fracasos las hazañas que jamás logran ser éxito estadístico o monetario, ya que a veces, las hazañas no se reconocen si no se disfrazan y se ponen el aroma de los únicos resultados que las confirman: el triunfo y el éxito comercial.

Déjenme decir que internamente, como argentino, jamás me sentí cómodo con la estupidéz de tirar este tipo de gesta al Manual de las Cosas que Nunca Fueron (David Lebon dixit).

Porque más allá de mi cuota de ingratitud colectiva creo que sencillamente
fue una hazaña, con todas sus nobles letras y por lo tanto deberíamos seguir recordándola asi, tal como fue. Esto es lo que hicieron hace poco en Trelew, al cumplirse los treinta años de aquél día, el año pasado. Y está perfecto, porque la sensatez madura con el paso de los años y porque ese gran boxeador que fue Juan Domingo El Mingo Malvarez se lo merece absolutamente, creo rotundamente que si.




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Fue una de las mayores exhibiciones de clase y de estilo técnico que hayan protagonizado los boxeadores argentinos en una pelea fuera de casa, y por un título del mundo. Se podría parrotear eternamente (incluso lo hace el artículo que les dejo debajo) con las sartas de explicaciones facilistas de siempre, recitando que los antecedentes estadísticos siempre lo pronosticaban, con la previsibilidad de las falencias defensivas que el campeón tenía siempre al comienzo de sus combates, y con el estilo de inicio lento y la posterior crudeza con que el Coloradito terminaba mostrando siempre, bla-bla-bla..., no bien entraba en el calor de la refriega. Porque siempre fue aguerrido (claro, de eso no hay duda) y noqueador, como lo publicitaba la televisión. Aunque jamás se atreva nadie a chistarlo. ¿Cómo se va a dudar de lo que te dice la TV...?


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Pero la realidad no te muestra lo que siempre hubiera sucedido. No estaba escrito, para nada. Muestra cosas que ya habían sucedido otras veces en la carrera de Danny Lopez pero otras que no, y que por lo tanto llevan un sentido confirmatorio y también el opuesto. Porque a diferencia de la data previa, pocas veces en la carrera de López tuvo algún cazzo que ver la casualidad y hay diferencias respecto de los antecedentes. Y que de hecho nadie le hizo pasar jamás al Coloradito López, ni antes ni después, un papelón semejante al que el Mingo lo sometió en ese primer round.

La realidad que salta a la vista y aquí si que vale decir "siempre" (que uno repase muchas veces las imágenes de este combate), confirma que Malvarez le administró a Danny Lopez un curso acelerado de boxeo en tres minutos y que le ganó abrumadoramente en todos y cada uno de los escarceos y cruces que tuvieron. que lo paseó como "jamás" lo paseó nadie. Y más aún, las imágenes que son repetidas una y otra vez, reflejan en toda su amarga dimensión la "realidad" que indica que de no haber mediado una mano absolutamente fortuita, milagrosa, "salvadora" si se quiere, Lopez no podría haber vencido nunca en este combate.

Las pruebas más elocuentes de la veracidad que hay en esta temeraria afirmación (aunque ya no pueda considerarse temeraria a 31 años de los hechos) son las que aporta el "Chava" Salvador Sánchez en febrero y en junio de 1980, con las dos soberanas palizas que le propinó a López "en el patio de su casa" (Phoenix, TKO13) una y en forma inmediata (en la revancha de Las Vegas, TKO14) la otra. Y que determinaron sendos triunfos del hombre más certero, más cerebral, más prolijo, en una lucha sin cuartel que se definió, no por la potencia de una sola mano, lo cual se hubiera presentado muy favorable al norteamericano dada la duración de ambas peleas, sino por la acumulación progresiva y beneficiosa de un impresionante e inmenso cúmulo de castigo, que establece a su favor el más exacto de los dos, el mexicano, y con los mismos argumentos de la mayor solvencia técnica y estilística.

Y Malvarez parece Sal Sánchez o Sal Sánchez se parece a Malvarez arriba del ring.
Hay un dejo de parecido físico entre el Mingo de Trelew y el más grande pluma de todos los tiempos. Quizás en los movimientos, o en la altura de ambos, o en el outreach o váya a saber dónde. Pero Sal Sánchez le gana sus dos peleas al Coloradito de manera inapelable, con enormes palizas y "a lo Malvarez". Pegando de cerca, de la distancia en la que siempre se puede recibir, fuhh! esa mano estadística, esperable, sabida y que todo gran campeón debe estar dispuesto a asumir como riesgo propio de su ruda profesión, y que debe aguantar de pie, no importa. Pero en la (distancia) que solo muy contadas veces se saca la lotería de una mano quirúrgica, que explota en el punto de quiebre físico de "cualquiera" y de la forma más inesperada.

Porque cualquiera en boxeo puede ser víctima de un toque perfecto en la sien, en el mentón, en el plexo solar o en el hígado y no hay guapeza posible contra eso. Como tampoco hay nadie que pueda solo con proponérselo, ganar todas sus peleas, incluso ante rivales ampliamente superiores, aplicando ese tipo de golpes siempre.


Le voy a levantar desde acá, a 31 años, el brazo ganador a Mingo Malvarez, aplauso señoressss! Y claro, esta consagración humilde que otorga un hincha, es para siempre.


VIN
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Titulo Pluma del CMB
15 de septiembre de 1978

Superdome de New Orleans, EE.UU.
Danny Lopez vs Juan Domingo Malvarez



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http://www.maxboxing.com/Groves/Groves112105.asp


Durante el curso de la historia, cierto número de boxeadores se han ganado el mote de “peleadores de la TV”. Los hay de todas las formas, estilos y tamaños. Por ejemplo Chuck Davey era un zurdo rapidísimo, cuyas habilidades boxísticas y su indefinida racha victoriosa lo hacían atractivo para los hombres, mientras que su buena pinta y su educación universitaria lo hacían atractivo para las damas. Fajadores como Ralph “el tigre” Jones y Bob Satterfield eran la satisfacción asegurada de las multitudes y otros como Gaspar Ortega o Chico Vejar podían ser los preferidos si se buscaban peleas largas y entretenidas que permitieran mostrar un mayor número de comerciales.

Algunos de ellos llegaron a ser verdaderamente grandes – Sugar Ray Robinson, Carmen Basilio, Emile Griffith, Willie Pep, Kid Gavilan, Sandy Saddler y muchos otros convirtieron al boxeo en uno de los deportes más populares de Norteamérica durante los ’50s y ‘60s. En los años ‘70s y ‘80s, Roberto Duran, Carlos Zárate, Ray Mancini, Bobby Czyz, Frank “The Animal” Fletcher, Marvin Jonson y Matthew Saad Muhamad son los que figuran entre aquellos que dieron al boxeo muchos momentos fuertes de emoción. En los años más recientes guerreros como Arturo Gatti, Micky Ward, Ray Oliveira, Kevin Pompey y Ricky Hatton han continuado la tradición de manera muy digna.


Uno de los más grandes “peleadores de la TV” entre todos ellos, fue Danny “El Coloradito” Lopez, cuyas peleas a menudo derivaban hacia soberbios melodramas, en los que siempre se reponía de castigos recibidos en la primera parte del combate y luego de manera imprevista, lograba concretar nocauts espectaculares. A menudo ingresaba al ring vistiendo coloridos trajes indígenas en honor a la herencia materna, pero su poderoso estilo arriba del ring era mexicano puro, como lo era su padre. Sus suaves modales, su humilde personalidad aparecían en profundo contraste con la ferocidad que mostraba adentro del encordado. En una época en que las peleas eran habitualmente vistas por la ABC, NBC y CBS, el nombre de López era garantía de peleas tremendas y de altísimos encendidos.


El ejemplo más conspicuo de la leyenda de López ocurrió el 15 de septiembre de 1978, cuando defendió su título pluma del CMB contra Juan Malvarez, como pelea preliminar en la revancha entre Muhammad Ali y Leon Spinks. Más de 63.000 personas abarrotaban el Superdome para ver a Ali convertirse en el primer mortal en acceder al logro de tener tres títulos mundiales de peso pesado. Pero mientras que esperaban por la atracción principal, López les ofreció un aperitivo inolvidable.


Un López de 26 años (37-3, 35 Kos) hacía su cuarta defensa del cinturón pluma del CMB que había tomado de David “el Veneno” Kotey en su suelo natal de Ghana. López disfrutaba un exitoso 1978 en el que ya había obtenido dos nocauts de seis rounds, uno sobre Kotey el 15 de febrero, en el semifondo de Ali-Spinks I y el otro sobre el brasileño Jose De Paula el 23 de abril. Con 125 libras y media, López portaba el segundo peso más liviano de su reinado hasta entonces (ya que en la pelea contra Jose Torres del 13.09.1977 había registrado solo 125 lbs)


Malvarez (43-7-6, 22 KOs) parecía una foja en blanco, pero para los sudamericanos ya era muy familiar. La oportunidad por el título ante López constituía la décima pelea de Malvarez en 1978. La buena noticia era que estaba 8-0-1 al llegar a la pelea con López y la mala era que el empate en 10 rounds con Ramón Reyes en San Juan-Argentina, había tenido lugar hacía solo seis semanas atrás. No muchos pensaban que Malvarez pudiera ser el “elegido” para destronar a Lopez, pero las vulnerabilidades defensivas del “Coloradito” aseguraban que el argentino iba a machacar sobre eso.


Malvarez, que era el más bajo de estatura, respetuoso del poder de López salió dispuesto a imprimirle ritmo a la contienda, circulando agradablemente en ambas direcciones mientras que López lo iba siguiendo y lanzaba algunos jabs para controlar la distancia. Malvarez fue el primero que rompió las acciones con un raudo gancho y un doble jab, el segundo de los cuales aterrizó de manera violenta. El argentino explotaba su ventaja de velocidad lanzando el jab y escurriéndosele antes de que López pudiera siquiera reaccionar. El retador había encontrado un ritmo muy cómodo mientras que López con su arrancar tardío luchaba por encontrar la distancia.


A solo treinta y siete segundos de haber comenzado la pelea, los problemas de Lopez empeoraron. Una combinación de tres golpes –una derecha en directo, un gancho de izquierda y una derecha a la oreja- tumbó a López sobre su flanco derecho, desatando una marejada de estupor hacia la multitud. El “Coloradirto” que ya se había encontrado muchas veces anteriormente en esa misma situación, retomó la compostura mientras se incorporaba a la cuenta de dos y dirigía su mirada hacia el otro extremo del ring. López sacudía su cabeza en desacuerdo mientras que el árbitro italiano Marcelo Bertini le recitaba la obligatoria cuenta de ocho, pero si existía alguien calificado para manejar una situación así, esa era López. Aunque no sería sencillo.


Malvarez le acertó un gancho a la mandíbula y otra combinación de ganchos con la derecha unos segundos después. El argentino sabía bien que él no era un boxeador que noqueara, así que inteligentemente retornó a la táctica de pegar y salir, que había llevado antes a la caída. López continuó su tarea de caminar hacia Malvarez, pero sus andanadas seguían quedándose a mitad de camino de un blanco que continuamente se le cambiaba de lugar.


López intentó llevar a Malvarez hacia las cuerdas, pero el retador le metió un sólido gancho y salió girando hacia su derecha, liberándose de la trampa que le tendía López. Este colocó un directo de derecha bastante decente pero Malvarez le replicó con un uno-dos de izquierda y derecha más profundo. Malvarez estaba teniendo un primer round de ensueño, entrando y atrapando al campeón certeramente y en forma contínua una y otra vez. Lleno de confianza, Malvarez le tiró una combinación de cuatro golpes, impactando el tercero -un gancho de zurda- de manera violenta. Y luego otro combo de ganchos de izquierda y derecha se estrellaron en el mentón de López y finalmente otro gancho más, desparramó a López contra las cuerdas. López parecía a la merced de Malvarez, pero el argentino resistió la tentación de ir al intercambio con López, y se apartó hacia el centro del ring.


Recostado contra las cuerdas, Malvarez esquivó un jab de López y súbitamente le estampó una combinación de gancho de izquierda y cross de derecha que claramente conmovieron al campeón. López regresó empecinado a la caza de su rival alcanzando al escurridizo Malvarez con un ténue gancho y una derecha un poco mejor, mientras Malvarez se escabullía furtivo. El argentino culminó el mejor round que quizas haya peleado en toda su vida con una derecha-izquierda-derecha a la mandíbula de López.


"Tratá de mantenerte más cerca de él" le decía Benny Georgino a López mientras lo masajeaba furioso y le ponía vaselina a la cara sin marcas de su pupilo. "Escondé la barbilla porque te va a salir a rematar".


Malvarez empezó el segundo round en su bicicleta, buscando duplicar su éxito del primero. Falló una apertura con gancho de izquierda pero el segundo de un doble jab al cuerpo entró pesado. Un uppercut de derecha se dibujó muy cerca del rostro de López, pero el siguiente gancho de izquierda combinado con cross de derecha aterrizó justo en el blanco e hizo que el campeón trastabillara. El estadio rugió convencido de que Malvarez tenía todos los atributos para concretar un batacazo en uno de los mayores escenarios del boxeo.


El argentino también parecía estar convencido, y saltó a consolidar esa ventaja. Pero López le sacó un bombazo ante su agachada y un directo de derecha que de casualidad no dieron en el blanco. Malvarez volvió al ataque una segunda vez, marrando un pesado gancho y se retractó nuevamente. La tercera vez que el argentino se lanzó hacia adelante, López ya tenía preparada la respuesta.


"El Coloradito" sacó una tremenda derecha que hizo que Malvarez retrocediera un paso. Imprudentemente Malvarez volvió a querer meterse, esta vez detrás de uppercut derecho. Después de tirale un suave jab, López remató con un solo golpe, conmocionante, perfectamente sincronizado como el cañonazo de un howitzer, que encontró a Malvarez viniendo hacia él y que lo divorció de su consciencia. La posterior seguidilla de izquierda-derecha estaba de más, ya que Malvarez se desplomó sobre la lona. El argentino se dobló sobre su estómago, frotándose la naríz reiteradamente con los guantes mientras Bertini finalizaba la cuenta de 10. Malvarez quedó en cuatro patas sobre la lona y seguiría así durante dos minutos completos.


"Realmente que no esperaba que el arrancara así tan rápido," le dijo López a Howard Cosell. "La verdad que me sorprendió cuando me tiró con ese par de de buenas combinaciones en el primer round. Permanecí con calma y empecé a buscar mis manos, poniéndolas un poquito más altas para evitar que me llegara, y finalmente pude meterle yo un buen golpe que resultó ganador"


La pelea duró solo tres minutos y cuarenta y cuatro segundos, de los cuales López perdió todos excepto los últimos 10. Por eso es que el boxeo - y los fajadores como Danny "El Coloradito" López - tenían tanto éxito televisivo. En esta era de los realities de la TV, no existe ningún deporte que sea más real que el de la dulce ciencia.


Epílogo: López volvió al ring solo 37 días después de batir a Malvarez, ganando una pelea por descalificación en cuatro rounds ante Fel Clemente. Continuó con tres defensas exitosas ante Roberto Castanon (KO 2), Mike Ayala (KO 15 en la que fue Ring Magazine’s 1979 Fight of the Year) y Jose Caba (KO 3) antes de ser destronado por Salvador Sánchez (KO en 13). Luego de perder la revancha con Sánchez en 14 vueltas el 21 de junio de 1980, López se retiró del boxeo a los 28 años por sugerencia de su entrenador Benny Georgino. López pasó a trabajar para un número de companías de construcción y probó su experiendia en el entrenamiento de otros boxeadores. Pero nada podía compararse a las emociones de un combate, fue así que a los 39 años de edad, López volvió a los rings para ver si todavía podía. Como pudo comprobarse, no podía, y el peleador de clubes Jorge Rodríguez lo detuvo en dos rounds, por lo que el ex baluarte de los rings debió retirarse para su bien. Aunque sus ocho defensas de título se destacan favorablemente en relación a otros que ya han sido encumbrados en el Salón Internacional de la Fama del Boxeo, el nombre de López todavía no ha salido en las votaciones.


Malvarez peleó 36 veces más en los siguientes cinco años, alcanzando un record de 27-4-5 (16 KOs). Menos de dos meses después de pelear con López, Malvarez ganó el título argentino de los plumas con un nocaut en el undécimo round a Julio Alegre. Siete luchas después, ganó el cinturón pluma sudamericano de otra victima de López, Jose DePaula. Luego de otras seis victorias, Malvarez alcanzó la segunda oportunidad de disputar el título mundial ante el monarca de la AMB Eusebio Pedroza, pero el gran panameño lo detuvo en nueve rounds. Fue la última chance de Malvarez de obtener honores mundialistas, aunque continuó defendiendo sus títulos argentino y sudamericano. Mario Miranda lo noqueó a Malvarez en un round por el título continental latino CMB de la categoría pluma, empatando luego con Fernando Sosa el 4 de junio de 1982. En una revancha con Sosa, Malvarez perdería el título pluma argentino pero terminó su carrera con una victoria por nocaut en seis rounds sobre el ex campeón mundial supergallo de la AMB, Sergio Victor Palma, el 4 de junio de 1983. El record de Malvarez, de acuerdo a Boxrec.com, terminó en 70-12-11.



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viernes, mayo 22, 2009

Nicolás Guillén y las glorias cubanas de ayer



Raíces del boxeo negro cubano.

‘’Es duro ser negro. ¿Has sido negro alguna vez? Yo fui negro una vez…cuando era pobre’’ – Larry Homes –
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Tus guantes
puestos en la punta de tu cuerpo de ardilla,
y el punch de tu sonrisa.


El Norte es fiero y rudo, boxeador.
Ese mismo Broadway,
que en actitud de vena se desangra
para chillar junto a los rings
en que tú saltas como un moderno mono elástico,
sin el resorte de las sogas.
ni los almohadones del clinch;
http://columnadeportiva.files.wordpress.com/2009/03/kid_charol.jpg?w=170&h=216

ese mismo Broadway
que unta de asombro su boca de melón
ante tus puños explosivos
y tus actuales zapatos de charol;
http://img268.imageshack.us/img268/5909/chocolater.jpg

ese mismo Broadway,
es el que estira su hocico con una enorme lengua húmeda,
para lamer glotonamente
toda la sangre de nuestro cañaveral.


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De seguro que tú
no vivirás al tanto de ciertas cosas nuestras,
ni de ciertas cosas de allá,
porque el training es duro y el músculo traidor,
y hay que estar hecho un toro,
como dices alegremente, para que el golpe duela más.
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Tu inglés,
un poco más precario que tu endeble español,
sólo te ha de servir para entender sobre la lona
cuanto en su verde slang
mascan las mandíbulas de los que tú derrumbas
jab a jab.
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En realidad acaso no necesitas otra cosa,
porque como seguramente pensarás,
ya tienes tu lugar.
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Es bueno, al fin y al cabo,
hallar un punching bag,
eliminar la grasa bajo el sol,
saltar,
sudar,
nadar,
y de la suiza al shadow boxing,
de la ducha al comedor,
salir pulido, fino, fuerte,
como un bastón recién labrado
con agresividades de black jack.
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Y ahora que Europa se desnuda
para tostar su carne al sol
y busca en Harlem y en La Habana
jazz y son,
lucirse negro mientras aplaude el bulevar,
y frente a la envidia de los blancos
hablar en negro de verdad.


Pequeña oda a un negro boxeador cubano

Sóngoro cosongo(1931)

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NICOLAS GUILLEN
1902-1989


fotografías de algunos de los boxeadores más exquisitos que ha dado Cuba
* Kid Gavilan, 1954
* Chuck Davey pantalón negro, ante Kid Gavilan, 1953 (AP)
* Esteban Gallard (a) Kid Charol
* El verdadero Kid Chocolate, el cubano.
* Cross de Billy Graham sobre el cubano Kid Gavilan, 1951 (AP)
* Ultiminio "Sugar" Ramos (wbhf.org)
* Mantequilla Napoles, foto autografiada
* Luis Manuel "El Feo" Rodriguez
* Kid Gavilan, 1953 (Life)

El autor:
* Nicolás Guillén, gigante de la poesía universal.



lunes, mayo 18, 2009

Félix Trinidad, y la practicidad de los puños.


Félix Tito Trinidad
La practicidad de la escuela borícua
a la luz de la decantación histórica

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Buscando un lugar en la historia

Félix Tito Trinidad fue un Grande y no cabría mucha necesidad de abundar en el significado de la palabra Grande ni en el retrato del perfil. No es ni más ni menos que otro de nuestros ídolos venerables, duraderos, máximos, y de todos los tiempos. Un grande prima facie para nuestros sentimientos latinos.

La Historia Grande del boxeo también le hace lugar en la Morada de sus Dioses y más que por sentimientos, lo hace por algunos aspectos que la historia bien reconoce y bien sabe enaltecer. Son los mimos aspectos con los que la historia decanta a sus mejores baluartes, cuando los toma ajenos a las candilejas y a las luces del show.

Desde hace algún tiempo me vengo convenciendo de que a diferencia de los deportes mecánicos, en el boxeo no tiene mayor sentido -más allá de lo pasatista o anecdótico- medir las performances de los competidores sobre la base de records, cómputos parciales de tiempos, ritmos, esfuerzos o resultados de producción; porque el hombre no es una máquina medible, ni funciona en términos mecánicos, y no permite lecturas de exactitudes más allá de breves pasajes de comportamiento óptimo o ideal, palabras que suenan siempre inconsecuentes con todo aquello que es dable de esperar o normal, y que muchas veces "por eso" (más que "a pesar de eso") ocurren porque si y sin que medie ninguna explicación fenomenológica satisfactoria, del mismo modo que otras fallan, por la mera introducción del factor suerte o por casualidad.

Y sobre todo no sirve tal aproximación, porque las comprobaciones tienden a retratar apenas unos pocos cuadros de la composición total, y terminan siendo injustas o no bastan para sacar conclusiones categóricas.

Se sabe. En boxeo no hay regla de tres simple, ni de transitoriedad que pueda servir para establecer verdades de comparación entre púgiles.

Las computaciones empíricas de datos para establecer las verdades de la DULCE CIENCIA son distintas de las que rigen en otras ciencias duras o exactas. La paradoja circular, esa de la piedra, la tijera y el papel, podría ser la figura más apropiada del basamento fundacional de la ciencia del boxeo: "Los estilos hacen peleas," y "toda carta tiene contra" por definición, agregando que, como lo dice el tango "toda contra se da".

Entonces, ningún estilo puede ser hegemónico si por principio posee antídoto y ninguna muestra de superioridad puede ser neta, extrema, ni definitiva, aunque lo parezca. En la medida que eso se vea así, es síntoma que refleja la ausencia de verdaderas luminarias en la época o en el plano de la comparación.

Los grandes Campeones destacan por ser extremadamente versátiles en sus estilos. Y la versatilidad complica la tarea de decidir el techo y el período de mayor excelencia en la carrera de un campeón. El prime se da en el momento en el que el peleador produce lo mejor de sí al torque de su mayor capacidad, independientemente de las cifras de esa productividad.

El rasero de la decantación histórica aparta las salientes de las estridencias y se queda con el término medio de la carrera del boxeador. Eligiendo el prime, naturalmente, como el más fiel reflejo de sí y su mejor exponente.

Entre los picos de grandes y decepcionantes desempeños que se hayan contado, ese término medio es el complejo fasor donde entran a jugar distintas variables de excelencia. El dominio establecido sobre algún estrato divisional tiende a proyectarse anacrónicamente, descolgado de su tiempo. Porque podrán existir siempre eras doradas o eras oxidadas en cuanto al número de valores excelentes, en cada peso, en cada tiempo y en cada camada a medir. Pero todo boxeador considerado en términos históricos, decanta solo por relación histórica. Nunca en relación directa con sus pares contemporáneos. Es improbable que un boxeador termine de posicionarse históricamente en el mismo sitio o sitial en que lo encontró la suerte de su época.

Y es bueno que sea así. Tiene mucho valor agregado en términos de trascendencia histórica haberse enfrentado con todo el espectro opositor de la época. No importan demasiado los resultados. Importa solo, la medida directa que lo refleja en su esplendor. Su mejor momento Eso es lo único que se congela y que permite comparaciones. Y ese buen momento es lo que se sigue develando en su durabilidad hasta que se acaba la carrera del boxeador.
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La Leyenda Isleña

Por aquello que precede a este comentario, pienso que la gloria de Tito Trinidad en los rings está a salvo para siempre.

Tito trascendió las épocas y los estilos, porque su boxeo era efectivo, estético, espectacular y esforzado. Lo suyo no era como la tarea de un torero o de un domador de los cuadriláteros. Su estirpe, su raza y su andar fueron los de un luchador avezado. Despliegue y solvencia. Sabía lo que tenía que hacer en el ring y como Miguel Cotto o Wilfredo Gómez, utilizaba su sapiencia para hacer las cosas de la manera más rápida y eficaz. Por eso, Tito, a la sombra de su monumental carrera, está más allá de la estadística puntual y tiene plafón para aguardar la crítica de los entendidos del mañana, y de cualquier época por venir.

Paris, Francia - 03/10/1992 - Wmv
Félix Trinidad v Alberto de las Mercedes Cortes
106 Mb


Un hombre práctico no es un hombre atado. No hay un Tito Trinidad en particular, hay tantas muestras versátiles de él como peleas de sí mismo. Inclusive, aveces ofrecía varios personajes en sola pelea. Le salían espontáneamente como si estuviera representando diversos papeles en distintos momentos de una puesta.

La primera salida internacional de Félix Trinidad, del año 1992, ante el veterano argentino
Alberto de las Mercedes Cortés, da un buen ejemplo de ello. En un exceso de precaución, cautela y demasiada elegancia de los primeros rounds, le cede la iniciativa al parsimonioso, perseverante, pero peligroso zurdo de Alta Gracia, que con gran oportunismo aprovecha el claro y lo deja sentado en la lona por primera vez en su carrera. Era casi al cabo del segundo round. La inesperada caída parece entonces devolver a otro púgil, interiormente transformado. Al comienzo del tercer capítulo opta por una estrategia más simple: tomar la iniciativa de manera directa y agresiva, y comenzar a socavar la resistencia del cordobés a puro mandoble, hasta que previsiblemente lo doblegue.

La victoria sobre Cortés viene precedida de una serie de 12 nocauts sobre 15 peleas y continúa con otra racha de 6 triunfos consecutivos antes del límite. Cualquier noqueador de tales números ha de suponerse con una mano pesada, o algún indicio de peligrosidad evidente y por lo tanto previsible y contrarrestable. Pero Trinidad no gana siempre de la misma manera.

La importancia del triunfo ante Cortés se multiplica por la manera en que Tito se repuso a la adversidad. Dió muestras claras de no haber acusado ninguna mella de confianza, no se obnubiló, y encontró rápidamente la identidad de campeón, que se consolidaría con el cinturón mundial de peso welter de la FIB, que Tito capturó con un KO2 ante Maurice Blocker en junio de 1993.

El reinado de Trinidad en welters comenzaría apartando de su camino a Héctor "El macho" Camacho, la otra gran celebridad portorriqueña, a quien venció por puntos, con amplitud y por unanimidad en 12 vueltas. Le siguió el mexicano Luis Ramón Campas, que nuevamente sorprendió al isleño y le propinó otra inesperada visita a la lona en el segundo round. Y nuevamente, a la luz de su fuego sagrado, el campeón se repuso y terminó noqueando en el cuarto.

MGM Grand, Las Vegas - 17.09.1994
Félix Trinidad vs Luis Yori Boy Campas
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El raid destructivo que va de Campas a Whitaker abarca el mejor momento de la carrera de Tito y se prolonga por 10 nocauts consecutivos en un span de cuatro años y medio.

MGM Grand, Las Vegas
Félix Trinidad vs Ray Lovato
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El invicto de Michigan Oba Diallo Carr le reitera a Tito esa vieja maña de irse al piso en los segundos rounds. Pero después él también tiene que pagarle la factura habitual. Tito le cobra al contado en el octavo round, no sin antes revolcarlo por tres ocasiones en los últimos tres minutos: KOT8. Roger Turner, Larry Barnes, Rodney Moore, Freddie Pendleton, Ray Lovato, Kevin Lueshing, Mahenge Zulu, todos aspirantes al título welter FIB de Trinidad y hasta el asutraliano Troy Waters, que lo enfrenta en una pelea de eliminación por el cetro superwelter del CMB, sucumben al poder mortífero de los puños del nacido en Cupey Alto, y en todos los casos, antes de llegar a una media de 3 asaltos.

Nashville Arena - Tennessee - 11.01.1997
Félix Trinidad vs Keving Lueshing
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Después viene el destino de las pruebas históricas ante Pernell Whitaker y Oscar de la Hoya. Tito Trinidad pone en juego su calidad de peleador dominante y no se ve contrastado ni por la supervivencia escapista del Sweet Pea, ni rebasado por el elegante empuje del Golden Boy. Las acciones de ambas peleas son escasas, pero con magníficos derroches de técnica, aplomo, sobriedad, eficiencia y valentía cada vez que las fricciones son propuestas o forzadas por el boricua. Delante de un cuadro de suma paridad en los rubros del talento, la ortodoxia, la solvencia defensiva y el manejo de la movilidad en el ring, el de Puerto Rico saca notables ventajas a la hora de considerar el intercambio franco de golpes, y se deja ver mucho más fuerte y peleador de toma y daca que sus renombrados rivales. Si bien Tito no consiguió despachar esos compromisos a su estilo, es decir por la vía del sueño, sería injusto no admitirle que tenía iguales dotes de virtuosismo técnico para competirles con ambición ganadora, y que los superó por despliegue de fuerza y de vocación ofensiva.

23-08-1997 MSG New York- wmv
Félix Trinidad vs Troy Waters
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La victoria ante De la Hoya lo consagró como el mejor libra por libra del momento, le agregó el cinturón welter del CMB a sus pertenencias y le dió a la edad de 26 años, un acceso a la ganancia de las bolsas más grandes de su trayectoria. La tutela de representación en manos de Don King y su idolatría en los corazones de la afición latina, lo catapultaron al rango de superestrella comercial y mediática. La llegada del dinero fuerte va acompañada también del endurecimiento en la categoría de sus rivales. Vence sucesivamente a duros superwelters como el invicto David Reid (14-0-0 / DU) obteniendo el cetro AMB, al Franco-senegalés Mamadou Thiam (33-1-0 / KOT3) y por último al "Feroz" Fernando Vargas (20-0-0 / kot12), en el año 2000.


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Después, la megaestrella se prestó al peligroso juego de los saltos de categoría a cambio de bolsas suculentas. Primero, en el 2001, con el campeón mediano de la AMB World y veterano de 10 defensas de título como William Torelle Joppy, noqueador de figuras como Shinji Takehara o Roberto Durán. Y Trinidad, antiguo emperador del peso welter, lo barrió convincentemente con un KOT5. Luego, fue el turno de Bernard Hopkins en septiembre de ese mismo año. Hopkins estaba ya por su sexto año de reinado en una era casi despoblada de nombres, pero igualmente era un mediano neto, natural, de contextura, musculatura y encaje de mediano. Trinidad batalló y respondió como pudo a las duras propuestas del campeón CMB, intercambiando metralla durante los doce rounds. Pero casi sobre el final, Hopkins le acertó al mentón del boricua con un gancho de derecha aislado, fuera del contexto de la refriega por ser de precisión milimétrica, que se coló por detrás de una izquierda lanzada con fuerza por el isleño y el impacto neto, justo sobre la barbilla, amplificado por el impulso de su propio cuerpo lanzado para adelante, le provocó la más fea caída de su historial, dejándolo seriamente sentido a escasos segundos del final. Igual se levantaría para escuchar la cuenta de pié, pero la esquina decidió su prudente retiro. Este KOT12 fue el único de toda su carrera y es el que aveces, de manera injusta, se le reprocha para retacearle el más alto reconocimiento a su trayectoria.




Anunciando fallidos retiros del boxeo y provocando "vueltas" cada vez más espaciadas, Tito continuó adaptando su físico a la consistencia de la categoría mediano por otros cuatro años. En 2002 realizaría una sola pelea, venciendo a Hacine Cherifi (KOT4) en el Coliseo Roberto Clemente de San Juán de Puerto Rico. En 2003 estuvo "retirado". En 2004 regresó con bríos para vencer espectacularmente al "Matador"Ricardo Mayorga (KOT8). En el 2005 realizó otra pelea estelar de eliminación por el título mediano del CMB, cayendo por una abultada decisión unánime ante el curtido ex campeón superwelter Ronald "Winky" Wright.

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El 16 de Mayo de 2005 anunció otra vez su retiro, y esta vez permanecería ausente de los cuadriláteros por los siguientes 20 meses. Su última reaparición fue en enero de 2008, diez kilos por arriba de su peso natural y nuevamente delante de una figura establecida en su peso por más de diez años. El multicampeón Roy Jones Jr, considerado con cierto consenso como un top 10 histórico de los semipesados, aun a sus 39 años lo venció con amplitud en los puntos y lo devolvió, con dos caídas en el séptimo y en el décimo round, a la realidad de las diferencias reales, y a la plena validez de las diferencias divisionales. Será difícil saber si Tito Trinidad pudo o no tomar nota de esa realidad, porque se estima que por este combate, solo en los EE.UU. se vendieron algo más de 500 mil abonos de PPV.

El reciente retiro de Oscar de la Hoya no deja margen para la continuidad deportiva de Félix Trinidad (36), más que por el camino de alguna reincidencia anacrónica con alguno de sus encanecidos adversarios de ayer, ahora mismo se menciona el caso de Bernard Hopkins, de lo cual se podría comprender la humana codicia por la abultada cifra de los dividendos que aun hoy repartiría ese pleito.

Pero no se comprendería que la realización histórica de Trinidad pase a esta altura, por vencer a este Hopkins de hoy, o por seguir arriesgando su buen nombre al vilipendio o al escarnio que reclama cierto tipo de show mediático que está dispuesto a pagarle tales fortunas. Tito ha dicho recientemente que preferiría sellar su retiro con un triunfo ante su propia gente en San Juan, para dejar la imagen que su público se merece. Está bien, sería nada más que un simbólico saludo de despedida y Tito se ha conservado siempre en un estado atlético más que aceptable para su edad. Está en él tomar esa decisión. Tal véz su público quedara eternamente satisfecho y agradecido, solo con verle exhibir otra vez -esta vez en la vida-, esa sencilléz y practicidad que siempre lo caracterizaron tirando golpes.
VIN