lunes, mayo 18, 2009

Félix Trinidad, y la practicidad de los puños.


Félix Tito Trinidad
La practicidad de la escuela borícua
a la luz de la decantación histórica

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Buscando un lugar en la historia

Félix Tito Trinidad fue un Grande y no cabría mucha necesidad de abundar en el significado de la palabra Grande ni en el retrato del perfil. No es ni más ni menos que otro de nuestros ídolos venerables, duraderos, máximos, y de todos los tiempos. Un grande prima facie para nuestros sentimientos latinos.

La Historia Grande del boxeo también le hace lugar en la Morada de sus Dioses y más que por sentimientos, lo hace por algunos aspectos que la historia bien reconoce y bien sabe enaltecer. Son los mimos aspectos con los que la historia decanta a sus mejores baluartes, cuando los toma ajenos a las candilejas y a las luces del show.

Desde hace algún tiempo me vengo convenciendo de que a diferencia de los deportes mecánicos, en el boxeo no tiene mayor sentido -más allá de lo pasatista o anecdótico- medir las performances de los competidores sobre la base de records, cómputos parciales de tiempos, ritmos, esfuerzos o resultados de producción; porque el hombre no es una máquina medible, ni funciona en términos mecánicos, y no permite lecturas de exactitudes más allá de breves pasajes de comportamiento óptimo o ideal, palabras que suenan siempre inconsecuentes con todo aquello que es dable de esperar o normal, y que muchas veces "por eso" (más que "a pesar de eso") ocurren porque si y sin que medie ninguna explicación fenomenológica satisfactoria, del mismo modo que otras fallan, por la mera introducción del factor suerte o por casualidad.

Y sobre todo no sirve tal aproximación, porque las comprobaciones tienden a retratar apenas unos pocos cuadros de la composición total, y terminan siendo injustas o no bastan para sacar conclusiones categóricas.

Se sabe. En boxeo no hay regla de tres simple, ni de transitoriedad que pueda servir para establecer verdades de comparación entre púgiles.

Las computaciones empíricas de datos para establecer las verdades de la DULCE CIENCIA son distintas de las que rigen en otras ciencias duras o exactas. La paradoja circular, esa de la piedra, la tijera y el papel, podría ser la figura más apropiada del basamento fundacional de la ciencia del boxeo: "Los estilos hacen peleas," y "toda carta tiene contra" por definición, agregando que, como lo dice el tango "toda contra se da".

Entonces, ningún estilo puede ser hegemónico si por principio posee antídoto y ninguna muestra de superioridad puede ser neta, extrema, ni definitiva, aunque lo parezca. En la medida que eso se vea así, es síntoma que refleja la ausencia de verdaderas luminarias en la época o en el plano de la comparación.

Los grandes Campeones destacan por ser extremadamente versátiles en sus estilos. Y la versatilidad complica la tarea de decidir el techo y el período de mayor excelencia en la carrera de un campeón. El prime se da en el momento en el que el peleador produce lo mejor de sí al torque de su mayor capacidad, independientemente de las cifras de esa productividad.

El rasero de la decantación histórica aparta las salientes de las estridencias y se queda con el término medio de la carrera del boxeador. Eligiendo el prime, naturalmente, como el más fiel reflejo de sí y su mejor exponente.

Entre los picos de grandes y decepcionantes desempeños que se hayan contado, ese término medio es el complejo fasor donde entran a jugar distintas variables de excelencia. El dominio establecido sobre algún estrato divisional tiende a proyectarse anacrónicamente, descolgado de su tiempo. Porque podrán existir siempre eras doradas o eras oxidadas en cuanto al número de valores excelentes, en cada peso, en cada tiempo y en cada camada a medir. Pero todo boxeador considerado en términos históricos, decanta solo por relación histórica. Nunca en relación directa con sus pares contemporáneos. Es improbable que un boxeador termine de posicionarse históricamente en el mismo sitio o sitial en que lo encontró la suerte de su época.

Y es bueno que sea así. Tiene mucho valor agregado en términos de trascendencia histórica haberse enfrentado con todo el espectro opositor de la época. No importan demasiado los resultados. Importa solo, la medida directa que lo refleja en su esplendor. Su mejor momento Eso es lo único que se congela y que permite comparaciones. Y ese buen momento es lo que se sigue develando en su durabilidad hasta que se acaba la carrera del boxeador.
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La Leyenda Isleña

Por aquello que precede a este comentario, pienso que la gloria de Tito Trinidad en los rings está a salvo para siempre.

Tito trascendió las épocas y los estilos, porque su boxeo era efectivo, estético, espectacular y esforzado. Lo suyo no era como la tarea de un torero o de un domador de los cuadriláteros. Su estirpe, su raza y su andar fueron los de un luchador avezado. Despliegue y solvencia. Sabía lo que tenía que hacer en el ring y como Miguel Cotto o Wilfredo Gómez, utilizaba su sapiencia para hacer las cosas de la manera más rápida y eficaz. Por eso, Tito, a la sombra de su monumental carrera, está más allá de la estadística puntual y tiene plafón para aguardar la crítica de los entendidos del mañana, y de cualquier época por venir.

Paris, Francia - 03/10/1992 - Wmv
Félix Trinidad v Alberto de las Mercedes Cortes
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Un hombre práctico no es un hombre atado. No hay un Tito Trinidad en particular, hay tantas muestras versátiles de él como peleas de sí mismo. Inclusive, aveces ofrecía varios personajes en sola pelea. Le salían espontáneamente como si estuviera representando diversos papeles en distintos momentos de una puesta.

La primera salida internacional de Félix Trinidad, del año 1992, ante el veterano argentino
Alberto de las Mercedes Cortés, da un buen ejemplo de ello. En un exceso de precaución, cautela y demasiada elegancia de los primeros rounds, le cede la iniciativa al parsimonioso, perseverante, pero peligroso zurdo de Alta Gracia, que con gran oportunismo aprovecha el claro y lo deja sentado en la lona por primera vez en su carrera. Era casi al cabo del segundo round. La inesperada caída parece entonces devolver a otro púgil, interiormente transformado. Al comienzo del tercer capítulo opta por una estrategia más simple: tomar la iniciativa de manera directa y agresiva, y comenzar a socavar la resistencia del cordobés a puro mandoble, hasta que previsiblemente lo doblegue.

La victoria sobre Cortés viene precedida de una serie de 12 nocauts sobre 15 peleas y continúa con otra racha de 6 triunfos consecutivos antes del límite. Cualquier noqueador de tales números ha de suponerse con una mano pesada, o algún indicio de peligrosidad evidente y por lo tanto previsible y contrarrestable. Pero Trinidad no gana siempre de la misma manera.

La importancia del triunfo ante Cortés se multiplica por la manera en que Tito se repuso a la adversidad. Dió muestras claras de no haber acusado ninguna mella de confianza, no se obnubiló, y encontró rápidamente la identidad de campeón, que se consolidaría con el cinturón mundial de peso welter de la FIB, que Tito capturó con un KO2 ante Maurice Blocker en junio de 1993.

El reinado de Trinidad en welters comenzaría apartando de su camino a Héctor "El macho" Camacho, la otra gran celebridad portorriqueña, a quien venció por puntos, con amplitud y por unanimidad en 12 vueltas. Le siguió el mexicano Luis Ramón Campas, que nuevamente sorprendió al isleño y le propinó otra inesperada visita a la lona en el segundo round. Y nuevamente, a la luz de su fuego sagrado, el campeón se repuso y terminó noqueando en el cuarto.

MGM Grand, Las Vegas - 17.09.1994
Félix Trinidad vs Luis Yori Boy Campas
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El raid destructivo que va de Campas a Whitaker abarca el mejor momento de la carrera de Tito y se prolonga por 10 nocauts consecutivos en un span de cuatro años y medio.

MGM Grand, Las Vegas
Félix Trinidad vs Ray Lovato
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El invicto de Michigan Oba Diallo Carr le reitera a Tito esa vieja maña de irse al piso en los segundos rounds. Pero después él también tiene que pagarle la factura habitual. Tito le cobra al contado en el octavo round, no sin antes revolcarlo por tres ocasiones en los últimos tres minutos: KOT8. Roger Turner, Larry Barnes, Rodney Moore, Freddie Pendleton, Ray Lovato, Kevin Lueshing, Mahenge Zulu, todos aspirantes al título welter FIB de Trinidad y hasta el asutraliano Troy Waters, que lo enfrenta en una pelea de eliminación por el cetro superwelter del CMB, sucumben al poder mortífero de los puños del nacido en Cupey Alto, y en todos los casos, antes de llegar a una media de 3 asaltos.

Nashville Arena - Tennessee - 11.01.1997
Félix Trinidad vs Keving Lueshing
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Después viene el destino de las pruebas históricas ante Pernell Whitaker y Oscar de la Hoya. Tito Trinidad pone en juego su calidad de peleador dominante y no se ve contrastado ni por la supervivencia escapista del Sweet Pea, ni rebasado por el elegante empuje del Golden Boy. Las acciones de ambas peleas son escasas, pero con magníficos derroches de técnica, aplomo, sobriedad, eficiencia y valentía cada vez que las fricciones son propuestas o forzadas por el boricua. Delante de un cuadro de suma paridad en los rubros del talento, la ortodoxia, la solvencia defensiva y el manejo de la movilidad en el ring, el de Puerto Rico saca notables ventajas a la hora de considerar el intercambio franco de golpes, y se deja ver mucho más fuerte y peleador de toma y daca que sus renombrados rivales. Si bien Tito no consiguió despachar esos compromisos a su estilo, es decir por la vía del sueño, sería injusto no admitirle que tenía iguales dotes de virtuosismo técnico para competirles con ambición ganadora, y que los superó por despliegue de fuerza y de vocación ofensiva.

23-08-1997 MSG New York- wmv
Félix Trinidad vs Troy Waters
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La victoria ante De la Hoya lo consagró como el mejor libra por libra del momento, le agregó el cinturón welter del CMB a sus pertenencias y le dió a la edad de 26 años, un acceso a la ganancia de las bolsas más grandes de su trayectoria. La tutela de representación en manos de Don King y su idolatría en los corazones de la afición latina, lo catapultaron al rango de superestrella comercial y mediática. La llegada del dinero fuerte va acompañada también del endurecimiento en la categoría de sus rivales. Vence sucesivamente a duros superwelters como el invicto David Reid (14-0-0 / DU) obteniendo el cetro AMB, al Franco-senegalés Mamadou Thiam (33-1-0 / KOT3) y por último al "Feroz" Fernando Vargas (20-0-0 / kot12), en el año 2000.


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Después, la megaestrella se prestó al peligroso juego de los saltos de categoría a cambio de bolsas suculentas. Primero, en el 2001, con el campeón mediano de la AMB World y veterano de 10 defensas de título como William Torelle Joppy, noqueador de figuras como Shinji Takehara o Roberto Durán. Y Trinidad, antiguo emperador del peso welter, lo barrió convincentemente con un KOT5. Luego, fue el turno de Bernard Hopkins en septiembre de ese mismo año. Hopkins estaba ya por su sexto año de reinado en una era casi despoblada de nombres, pero igualmente era un mediano neto, natural, de contextura, musculatura y encaje de mediano. Trinidad batalló y respondió como pudo a las duras propuestas del campeón CMB, intercambiando metralla durante los doce rounds. Pero casi sobre el final, Hopkins le acertó al mentón del boricua con un gancho de derecha aislado, fuera del contexto de la refriega por ser de precisión milimétrica, que se coló por detrás de una izquierda lanzada con fuerza por el isleño y el impacto neto, justo sobre la barbilla, amplificado por el impulso de su propio cuerpo lanzado para adelante, le provocó la más fea caída de su historial, dejándolo seriamente sentido a escasos segundos del final. Igual se levantaría para escuchar la cuenta de pié, pero la esquina decidió su prudente retiro. Este KOT12 fue el único de toda su carrera y es el que aveces, de manera injusta, se le reprocha para retacearle el más alto reconocimiento a su trayectoria.




Anunciando fallidos retiros del boxeo y provocando "vueltas" cada vez más espaciadas, Tito continuó adaptando su físico a la consistencia de la categoría mediano por otros cuatro años. En 2002 realizaría una sola pelea, venciendo a Hacine Cherifi (KOT4) en el Coliseo Roberto Clemente de San Juán de Puerto Rico. En 2003 estuvo "retirado". En 2004 regresó con bríos para vencer espectacularmente al "Matador"Ricardo Mayorga (KOT8). En el 2005 realizó otra pelea estelar de eliminación por el título mediano del CMB, cayendo por una abultada decisión unánime ante el curtido ex campeón superwelter Ronald "Winky" Wright.

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El 16 de Mayo de 2005 anunció otra vez su retiro, y esta vez permanecería ausente de los cuadriláteros por los siguientes 20 meses. Su última reaparición fue en enero de 2008, diez kilos por arriba de su peso natural y nuevamente delante de una figura establecida en su peso por más de diez años. El multicampeón Roy Jones Jr, considerado con cierto consenso como un top 10 histórico de los semipesados, aun a sus 39 años lo venció con amplitud en los puntos y lo devolvió, con dos caídas en el séptimo y en el décimo round, a la realidad de las diferencias reales, y a la plena validez de las diferencias divisionales. Será difícil saber si Tito Trinidad pudo o no tomar nota de esa realidad, porque se estima que por este combate, solo en los EE.UU. se vendieron algo más de 500 mil abonos de PPV.

El reciente retiro de Oscar de la Hoya no deja margen para la continuidad deportiva de Félix Trinidad (36), más que por el camino de alguna reincidencia anacrónica con alguno de sus encanecidos adversarios de ayer, ahora mismo se menciona el caso de Bernard Hopkins, de lo cual se podría comprender la humana codicia por la abultada cifra de los dividendos que aun hoy repartiría ese pleito.

Pero no se comprendería que la realización histórica de Trinidad pase a esta altura, por vencer a este Hopkins de hoy, o por seguir arriesgando su buen nombre al vilipendio o al escarnio que reclama cierto tipo de show mediático que está dispuesto a pagarle tales fortunas. Tito ha dicho recientemente que preferiría sellar su retiro con un triunfo ante su propia gente en San Juan, para dejar la imagen que su público se merece. Está bien, sería nada más que un simbólico saludo de despedida y Tito se ha conservado siempre en un estado atlético más que aceptable para su edad. Está en él tomar esa decisión. Tal véz su público quedara eternamente satisfecho y agradecido, solo con verle exhibir otra vez -esta vez en la vida-, esa sencilléz y practicidad que siempre lo caracterizaron tirando golpes.
VIN



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