En la primera alegría del año
Victor E. Ramirez y el team del Bocha Martinetti
hicieron posible el sueño del campeonato crucero OMB
El Juego de Equipo
Victor E. Ramirez y el team del Bocha Martinetti
hicieron posible el sueño del campeonato crucero OMB
Estar a la altura
Victor Emilio Ramirez (14-1, 12kos) puso lo que hay que poner arriba del ring y desbarató la impostura del temible noqueador europeo Aleksander Alekseev (16-1, 15kos). Ramírez se alzó con el título OMB, el invicto de Alekseev, su ratio de nocauts, su halo de invencibilidad y el negocio de su imágen: todo lo que el entorno del uzbeko traía prolijamente facturado hasta acá. Y lo hizo contra todos los pronósticos.
Las apuestas de internet lo daban casi por muerto, 10-1 abajo. Tanto porque llegaba a la instancia con credenciales de ilustre desconocido, #9 del ranking, sin experiencia, sin destellos, y tanto como porque su rival, el radicado en Hamburgo, había sido inflado por el impresionante raid de nocauts (15 sobre 16) ocurridos con precisión germana y casi secuencialmente: 4 en el primero, 3 en el segundo, 2 en el tercero, 3 en el cuarto, 2 en el quinto y 1 en el sexto round. (4-1, 3-2, 2-3, 3-4, 2-5 y 1-6).
La imagen de Alekseev, el muchacho que habitualmente hace de local en Hamburgo, venía cuidadosamente promocionada de la mano de Spotlight Boxing, la subsidiaria del grupo Universum que está dirigida por Dietmar Poszwa, quien a su vez es ahijado del dueño de Universum Box-Promotions (la mayor plataforma de exposición que tiene todo el pugilismo europeo y que depende del zar de las peleas de campeonato, Klaus-Peter Khol).
Ramírez era y es, apenas el Tyson del Abasto. Tyson, porque la contextura del torso tiene francamente un parecido mimético a la del artillero de Brooklyn, y del Abasto, porque comenzó a boxear en un pequeño gimnasio del barrio del Abasto montado en un local que fuera anteriormente unidad básica (comité) peronista, y que sirviera a la candidatura de Daniel Scioli, hoy gobernador de la provincia de Buenos Aires, cuando disputaba la jefatura del gobierno de la Ciudad Autónoma. El ahora campeón, es por lo demás padre de un hijo y habitante de un humilde departamento junto con sus hermanos en Wilde.
La manera en que Ramírez accedió a esta chance mundialista es otro intríngulis de los desvaríos que, inevitablemente, se generan cada vez que los mayores intereses económicos colisionan con los preceptos reglamentarios. La OMB autorizó el interinato entre Alekseev (#2) con Ramirez (#11 el año pasado) debido al fracaso del procedimiento mandatario. Un fracaso prohijado por la cintura comercial que tiene habitualmente la OMB.
El verdadero monarca (unificado del CMB, la AMB y OMB) David Haye dejó vacante el trono para incursionar entre los pesos completos; la OMB dictó, como correspondía, la sucesión entre el primer rankeado Johnaton Banks y Enzo Maccarinelli (#3). De todas formas esa pelea nunca se concretó por los intereses de Banks (que fue en dirección del campeón de la FIB Tomasz Adamek en febrero, y cayó derrotado KOT8) y en compensación, la OMB le concedió a Maccarinelli postergar la agenda oficial hasta este pasado 14 de marzo, donde la otra mitad del título se disputó con el británico radicado en California Ola Afolavi (Maccarinelli cayó por KOT9).
Finalmente, cuando para Tyson Ramírez llegó la hora de tener ante sí la chance de convertir al golpe de fortuna que lo llevó hasta Alemania, para enfrentar a una de las caras más mediáticas del Viejo Continente, en eso que cuenta para seguir adelante, la dulce vid de la victoria, estuvo bien a la altura de los desafíos.
17.01.2009
Titulo Interino OMB Categoría Crucero
Burg-Waechter Castello, Düsseldorf, Alemania
Titulo Interino OMB Categoría Crucero
Burg-Waechter Castello, Düsseldorf, Alemania
Victor Emilio Ramirez vs Alexander Alexeev
El momento de la verdad
Y cuando las credenciales, historiales, antecedentes y pronósticos previos quedaron debajo del ring, Tyson Ramírez empezó a revertir la situación. Su consagración quedó estrechamente ligada al trabajo de su esquina.
La voz de su entrenador, el Bocha Carlos Martinetti, se hizo dueña de la transmsión televisiva para guiar y marcar cada uno de sus pasos en el ring y permanentemente le estuvo insuflando energías anímicas, hacia la conquista del objetivo común, con la misma convicción de una voz interior.
El argentino sufrió una pelea definitivamente chiva, donde la ventaja de alcance, estatura y velocidad en favor de Alekseev puso un handicap empinado y difícil de revertir. El jab, y golpes potentes de ambas manos por parte del local, fueron los que marcaron un ritmo de asedio contínuo, para el que el argentino no tuvo más respuesta que disponer una cerrada guardia, buscar el acercamiento al cuerpo de su oponente y quedar de esa forma, largamente inactivo.
Salvo en la quinta vuelta, donde Ramírez se soltó sorpresivamente con algunos anticipos ofensivos, el uzbeko siempre exhibió un claro dominio que ejerció prácticamente sin oposición.
Ramírez sufrió bastante en los asaltos iniciales, pero continuó en pelea y con el transcurso de los rounds -nunca antes en su carrera Alekseev necesitó ir más allá del sexto y eso ocurrió hace ya dos años- logró trasladarle la presión y desesperación a su contrincante.
Y el punto de inflexión fue precisamente ese sexto round. Alekseev, a pesar de la escasa acción de Ramírez tenía el rostro y la parte superior de su cuerpo enrojecida y presentaba preocupantes signos de fatiga. Después de marchar triunfalmente por 6 capítulos casi con piloto automático, tuvo un paulatino derumbe a partir de ese momento y se volvió urgente y necesaria la participación activa de su esquina, porque además del cansancio, Alekseev comenzó a recibir y acumular castigo.
Tardíamente, Fritz Sdunek sostuvo una tarea frenética entre rounds tratando de rescatar la estámina del pupilo.
El Tyson del Abasto, abocado ciegamente a cumplir lo que demandaba su rincón, entregó una suprema cuota de valentía. Sacando fuerzas del temperamento y poniendo toda la sal de su parrillero sobre la musculatura de su brazo más débil. Terminó la faena en el octavo y noveno round, apabullando al rival a puro gancho y a puro cross de izquierda. Duros mandobles al cuerpo del uzbeko y rematando a la cabeza.
El juego en Equipo
La fusión de equipo entre Martinetti y Tyson Ramírez es esa clase de empatía fundamental que está detrás de todos los grandes logros del boxeo, y es el principal sostén anímico que se hace sentir ahí, vibrante durante largos tramos del combate, especialmente cuando al muchacho del Abasto le resultaba vital para sostener a pie firme el peso de la adversidad.
La sociedad entre boxeador y esquina no es algo que tenga que aflorar en el sexto round de una pelea que se pone dura. Necesita ser amasada durante meses, o quizas años de convivencia previa en la preparación puertas adentro. Puertas adentro del campo de entrenamientos y puertas adentro también de la cabeza del peleador. Porque además de ponerse a punto para la pelea por el título mundial desde lo físico, Ramírez llegó a comprender que todo lo que tenía que alcanzar a poner sobre el ring en la escasa media hora de batalla, dependía de poder recordar lo trabajado y de poder sacar a tiempo el plus interior que debe aflorar en su momento justo, como fuego sagrado. Y para eso está el respaldo del grupo, para halar los hilos ya preparados, en el debido momento.
Era una parada fea y compleja desde el principio, que por la fiera persistencia del porteño se mantuvo a tiro y pareja, y que terminó con la balanza inclinada para el lado del equipo que supo resguardar y robustecer la fortaleza mental y anímica de su pupilo antes de que fuera demasiado tarde.
Abrazo de equipo: Tyson Ramirez con Martinetti
- ¡Festejá como un campeón que tenés
unas bolas que no se puede entender!
- Gracias por todo, gracias...
- ¿Qué gracias por todo? (?)
- Gracias, gracias!...
(Llanto de Tyson con el promotor Osvaldo Rivero)
unas bolas que no se puede entender!
- Gracias por todo, gracias...
- ¿Qué gracias por todo? (?)
- Gracias, gracias!...
(Llanto de Tyson con el promotor Osvaldo Rivero)
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