domingo, octubre 26, 2008

Barrios - Guzmán, el que ríe último...

Barrios:
"EL SABADO NO VAS A VER NI DONDE ESTAS PARADO"

"YA SOY ESTRELLA. NADA ME AGREGARIA GANARLE A
ESTE LLAVERITO DE TYSON"

(a Joan Guzmán lo llaman el "Pequeño Tyson")


Completo
Jorge Rodrigo Barrios vs Joan Guzman

249 Mb

Lo lleva en su manera de ser. Al menos no es algo que La Hiena finja o que le cueste demasiado representar. Es indudable que las luces y las plateas, por ínfimas que sean, lo mueven a soltar -con seca carcajada de hiena- esa veta histriónica que subyace a flor de su alegre personalidad. Y desde esa pose burlona y siempre altiva, salta inmediatamente a la ridiculización de sus contendientes o interlocutores.

Lo vi pelear contra Acelino Freitas y Mike Anchondo. Barrios es fuerte y tiene corazón, aunque siempre va para adelante, no hace más que eso. No creo que me pueda ganar: yo tengo escuela y tengo hambre. No soy corredor, yo boxeo. El sólo va para adelante. Y lo digo sin intentar subestimarlo, pero su problema es que tiene la boca muy grande. Esto es deporte y no hay que hablar mal de las personas. Acepto que diga que me va a noquear, pero no que se meta conmigo en forma personal. Por eso, no le voy a dar uno, sino varios golpes en la boquita", concluyó Guzmán, echándole aún más pimienta al caso. Caliente, caliente.(fuente: Olé)
Las presentaciones que organizan los productores para la difusión de sus combates, suelen estar cargadas de la causticidad que el mismo Barrios se encarga de espolvorear de manera abundante, y que lo busque o no, logra exhacerbar fácilmente los ánimos de cualquier rival, por lo que de manera habitual se llega siempre al borde de la gresca o se urge la intervención de los agentes de seguridad, antes de pasar a mayores. La ceremonia de presentación de la pelea del 16 de septiembre de 2006 con el dominicano (radicado en Brooklyn-NY) Joan Guzmán, a celebrarse en el Grand MGM de Las Vegas-Nevada, no tuvo nada de originalidad.

Pero sarcasmos aparte. El incontinente púgil de Tigre pasó, en un abrir y cerrar de ojos, a quedar congelado por una amarga sensación de atragantamiento verbal: su primer pesaje en la balanza oficial del Grand Hotel MGM registró 59,870 kilos (903 gramos por arriba del tope de la categoría, de 58,967 o 130 libras). Y un segundo pesaje, tomado dos horas más tarde, pesándolo incluso sin ropas detrás de una bandera de la Golden Boy, registró 59,648 (681 gramos arriba de lo permitido) con lo que automáticamente quedó despojado de su corona de la OMB.


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Al fin se cumplía la profesía de La Hiena, "Nada me agregaría ganarle a Guzmán" -aunque ahora, se cumplía de manera totalmente imprevista. Las apuestas favorecían al retador por un margen de casi 2 a 1.


Justamente la intervención directa de Oscar de la Hoya fue lo que mantuvo a flote la programación inicial pese al contratiempo. Pero el golpe que significó el esfuerzo inútil de La Hiena, durante esas dos horas de carreras contra reloj, resquebrajó todo el ambiente de exultante optimismo que reinaba en su delegación durante los días previos. La frustración se apoderó de la veta histriónica del protagonista, y la caracajada cedió ante el peso de esos 681 gramos.

Nunca antes, un campeón argentino había resignado su corona en un pesaje. Boxeadores y organizadores acordaron mantener este pleito en cartelera. El combate iba a servir de semifondo al encuentro entre Marco Antonio Barrera y Rocky Juarez, por el título de los livianos juniors del CMB, y estas peleas habían sido publicitadas de manera conjunta, como uno de los mejores programas en años. Para poder seguir adelante, se convino que si Barrios fuera el ganador o hubiese empate, el título quedaría vacante. Y si Guzmán triunfase sería el nuevo campeón.

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Guzmán, siguiendo un camino de seriedad y responsabilidad opuestos, acorde a la magnitud de los acontecimientos personales que le tocaba vivir, al combatir en Las Vegas y como retador por el título mundial, llegó con una extensa preparación que puso énfasis en la aclimatación del púgil dominicano a la categoría de los super plumas, acusando en la balanza 58,500 kilos, sin excederse del margen límite de la categoría ni del la debida moderación de su desarrollo. Hacía apenas un par de años que había mudado desde los 55 kilos y todavía estaba en proceso de acomodarse al nuevo peso sin perder su alta cuota de movilidad y rapidéz. Al ceder bruscamente hasta el último resto de líquidos, Barrios había entregado su principal ventaja de potencia, derivada de ser un boxeador establecido en ese peso desde sus mismos inicios. Diezmado en fuerzas físicas y anímicas, Jorge Rodrigo Barrios hizo un esfuerzo magno por no quedar fuera del sistema. Como siempre regaló hasta el último segundo de la pelea una formidables entrega y sacrificio, que a pesar de la bochornosa imagen de descontrol mostrada en la balanza, le renovó el crédito de ardiente guerrero que en el 2003 había presentado sus credenciales en oportunidad de su duelo con el campeón Acelino Popó Freitas, en Miami-Florida.




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