lunes, octubre 27, 2008

Una oscura destrucción "deportiva"

Nigel Benn vs Gerald McClellan
Furia de Destrucción
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"Sometimes you get hit so hard you start thinking
about living and not about winning a title"
(Aveces te pegan tan duro que comenzas a pensar en sobrevivir, y no en ganar un título)
Lamon Brewster,Campeón Pesado de la OMB

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“In boxing you are going to war, and
in war you must be prepared to die.”
En boxeo uno va a la guerra, y en la
guerra debe estar preparado para morir

Gerald McClellan,gran amante
de las peleas caninas


El Coraje es lo que empuja hacia el peligro. El coraje es lo que apura y "obliga" a saltar siempre hacia ese elemento natural. Porque es en el peligro donde el coraje se convierte en el artífice que logra consentir los imposibles. Siempre camina con una misma actitud: ojos abiertos, pasos alargados y manos extendidas en la dirección de lo imposible. Cuando el coraje toma por asalto la voluntad del hombre, antes que ninguna otra cosa, doblega su sentido crítico, reduce completamente su sentido de cálculo y anestesia su capacidad de especulación reflexiva. El coraje emplea casi idénticos métodos que su primo lejano, el miedo. Pero el miedo anda a ciegas. y antes de caminar se paraliza, pero llegado al punto en el que debe luchar por su supervivencia, termina tambien siguiendo, desesperadamente, los pasos del coraje. Ese es siempre su último recurso. El miedo y el coraje son bestiales.

Librar a las personas al miedo y al coraje es soltarle sus propias bestias.
Aveces ciertas peleas de boxeo se sobrecargan de tanta tensión que terminan por abandonar el curso de lo técnico-estratégico. El rumbo verdadero de la "cordura". Se salen del camino estilístico, se reniegan de él y penetran a cara abierta por la empantanada senda campal, donde los libretos previos van perdiendo sus hojas, y se gastan hasta la total invalidez. Entonces las confrontaciones devienen salvajes, extradeportivas, casi inhumanas. Hacen norte hacia la inmolación y a su paso, envuelven y devoran al expectador dentro del torbellino de las emociones violentas, y lo arrastran en la vorágine hasta los límites de su propio valor. Lo colocan en situación de sometimiento, lo transportan de manera violenta, a la oscura contemplación de lo que resulta un acto puramente destructivo. Es entonces cuando el vértigo inhibe todo acto de reflejo moral, de compasión humana hacia el castigo cruento y sume todo en el pavor paralizante del desenlace incierto. En vergonzante inacción, el observador cobarde aparta toda la vista y deja solo un minúsculo resquicio por donde mirar hasta que llegue el instante de la resolución fatal de ese miedo. El resto exaspera su quicio y lo ofrece de carne a la destrucción. Después, seguro que todo volverá lentamente a recobrar las formas de la normalidad, y la enceguecedora oscuridad se evaporará dando paso a una visión perfecta del desolado campo de despojos, en el que la fatalidad se cernirá amenazante y doliente, como siempre.


Solo por la cuota desproporcional de coraje que se cargan. El encono por la legítima rivalidad deportiva deja paso a sentimientos más viscerales e irracionales de ciego enfurecimiento antideportivo, acompañado por el deseo unívoco e indisimulado de eliminación directa entre los púgiles.


Nigell Benn vs Gerald Mc ClellandNo se puede mostrar la imagen “http://www.boxing-monthly.co.uk/images/bmlogo.gif” porque contiene errores.

La hora más sublime de un hombre resultó para otro el final de la vida como la conocía hasta entonces.

IAN McNEILLY reflexiona sobre el triunfo y tragedia que representó Nigel Benn vs Gerald McClellan



Desde el 25 de Febrero de 1995, llevo a todos lados en mi billetera el ticket que muestra esa fecha. También dice “Nigel Benn v Gerald McClellan”. La pelea fue la mejor y la peor de todos los tiempos. Es un microcosmos triunfante y a la vez trágico del boxeo.

Los muchos que la presenciaron, vieron a un hombre caer hasta el fondo de de su ser y alli concebir algo para la destrucción de una fuerza supuestamente superior a si mismo. Y a medida que seguimos mirando, como asombrados y absortos, gritamos alentando al tiempo que una vida se escurría de un pobre hombre, tumbado y derrotado en su rincón.

Cuando leí por primera vez que esta pelea se iba a hacer, quedé absolutamente shockeado. Como nos pasa a todos los amantes del boxeo, esos contrapuntos que armamos rápidamente adelante de una cerveza, rara vez se llegan a concretar. Si se concretan, ocurren normalmente cuando uno o los dos contrincantes ya hace rato que pasaron sus esplendores. No fue este el caso, aunque puede argumentarse que Benn estaba comenzando a declinar.A pesar de ser un estudiante y casi siempre estar en rojo con los gastos navideños, eso no tenía importancia. Iba a ir al London Arena y eso era así de simple. Existen raros acontecimientos de los que uno sabe saldrán recuerdos de por vida, los cuales habrán de compensar con creces lo que aveces se mide como preocupaciones financieras del momento.

Decía Bob Arum, hablando antes de la pelea de 1990 entre Benn y Iran Barkley, que "contratar jurados para esta pelea es el desperdicio de dinero más grande de la historia del boxeo." La legendaria fiesta de mandobles finalizó en favor de Benn en el primer round. Y así eran las cosas con Nigel. Uno sabía lo que podía suceder. O mejor dicho no lo sabía, lo cual sería más exacto. Al principio de su carrera solía salir a toda máquina para tratar de despachar a sus oponentes con una mínima cuota de emoción. Eso suponía que más tarde o más temprano terminaría noqueando. Pero en dos ocasiones, esa táctica le significó que él mismo fuera derrotado.

Al acercarse el comienzo de 1995, el aura noqueadora de Benn ya estaba de alguna manera en declive - cuatro de sus cinco combates anteriores habían llegado hasta las tarjetas (y el único nocaut de cuatro rounds resultó el del valiente pero inferior Lou Gent), y advirtiendo que no siempre iba a poder sacar a todos sus rivales de forma fulminante, Benn se estaba volviendo más boxeador.

En McClellan se encontraría un oponente que utilizaría sus mismos viejos recursos de antaño, pero con un poder aun más devastador, destruyendo más clínicamente que el "Dark Destroyer".

Durante la época de la pelea con McClellan, Benn había hecho grabar el logo de "No Fear" en todas sus vestimentas. Es probable que él no haya tenido ningún miedo, pero sus miles de fans, entre los que me incluyo, estábamos petrificados.

McClellan había declarado, "si yo le acierto a alguien, se va al suelo" y para confirmarlo venía noqueando de manera clínica a 29 de sus 31 vencidos. Un asombrosa cifra de 20 de esos triunfos eran en el primer round. Es verdad que McClellan tenía dos derrotas en su inventario pero esas habían sido caídas por puntos en una temprana etapa de aprendizaje y se remontaban a 1989, cuando todavía andaba pagando su derecho de piso. Y sus víctimas no eran solamente del género de los "Barrenderos Mejicanos," término que el mismo Benn había popularizado.

De hecho, McClellan, apodado por Don King como "El mini-Mike Tyson," era el campeón de la categoría mediano del CMB , que subía de peso para retar a Benn. Y sus últimas tres defensas habían terminado todas en el primer round, incluyendo la más reciente, una escalofriante demolición de Julian Jackson (el brutal vencedor de Herol Graham) en tan solo 93 segundos. El poder de McClellan no estaba en discusión y llegaba a Londres con una sola cosa en mente. Llegar, noquearlo y volver a casa. Había dicho "¿Para qué debería quedarme ahí por doce rounds cuando puedo acabarlo en uno?"

Cerca de 12.000 fanáticos llenaron el London Arena con la mejor atmósfera que yo haya tenido el privilegio de presenciar alguna vez, por alguna ocasión deportiva. Mirando luego en la pelicula de la cobertura de la TV (como lo hice reiteradas veces a lo largo de estos años, sin poder escaparme nunca a los macabros sentimientos que los posteriores eventos dictaron) McClellan estaba en su vestuario haciendo unos precalentamientos de esos que yo nunca había visto. Era la forma de hacer sombra más lenta que uno pudiera imaginarse, donde Gerald simplemente arrojaba bombas aisladas y preanunciadas. Sus intenciones estaban claras.

ITV señaló las predicciones del resultado que tenían nueve diarios nacionales. Todas apostaban a McClellan. El más optimista predecía una definición de seis asaltos. Apenas transcurrido medio minuto del primer round parecía como si los pájaros de mal agüero hubieran estado todos en lo cierto. La mayor táctica defensiva de Benn era la de agacharse tanto como le fuera permitido, especialmente cuando lo pusieran contra las cuerdas, quizás entendiendo que McClellan rara vez usaba los uppercuts. Pero le salió el tiro por la culata. De manera fatal. McClellan le soltó una mortífera combinación a la parte superior de la cabeza de Benn y este pasó por entre las cuerdas, aterrizando sobre una mesa del ringside.

Ahí ingresa el hombre cuyas acciones ayudaron a salvar a Benn, el referee francés Alfred Asaro. Para entonces yo estaba miraba impotentemente a travéz de los dedos, deseando que al menos Nigel pudiera ponerse de pie. Pero todavía quedaban como dos minutos de round y Benn, que había quedado seriamente sentido, tenía enfrente a uno de los pegadores más destructivos del planeta. McClellan lo esperaba con calma para cobrarse su cuarta victoria consecutiva dentro del primer round.

Cuando Benn recobró su vertical en esos pies inestables, Asaro vino en su ayuda asegurándose que existía una decente distancia entre los boxeadores antes de permitir que recomenzaran las acciones. Repitió eso varias veces en el round, a menudo empujando a McClellan hacia atrás cuando estaba plenamente habilitado para ir a intentar finalizar con su trabajo. Un desesperado Benn trabó, se aferró e hizo todo lo que podía en un intento angustioso, aunque visiblemente inútil, por escuchar la campana. Con la ayuda del referee, de algún modo alcanzó a sobrevivir.

Benn no era un boxeador que se fuera a achicar, pero tampoco era exactamente famoso por sus poderes de recuperación. Seguro que se trataba de una cuestión de tiempo. Y de un tiempo muy escaso.

Yo, y para ser sincero, todos los que tenía alrededor, esperaba que la definición se produjera al comienzo del segundo round. Todo lo que anhelaba era que Benn se pudiera apartar del camino de McClellan hasta que pudiera recuperar su lucidez. Benn salió de su esquina y en los primeros segundos acertó con un derechazo a la barbilla de McClellan. ¿Que se apartara? ¿A quién le estaba bromeando? Y en mi opinión, le ganó el round. Mirándolo después por televisión, McClellan parecía estar desarrollando el extraño hábito de querer soltar su protector bucal. Cuando volvió a su esquina afirmo "hay algo que no anda bien".

En el tercero, Benn halló la manera de entrar con un uppercut de derecha que encontró a McClellan bastante flojo. El americano retrocedió y quedó mirandolo a Benn con incredulidad , como si le dijera: "¿Cómo te atreves?." Benn le tiraba todo a la cabeza, mientras McClellan lo trabajaba con el jab. Un pasaje cerrado.

El "Destructor de la Oscuridad," sus semanas de entrenamiento solitario trepando a la carrera por el Monte Teide en Tenerife sobre la arena, estaban empujando para adelante, marcando un ritmo frenético. En el primero, de varios comentarios memorables por parte del equipo de Reg Gutteridge y Jim Watt de ITV, éste último dice: "Solo con seguir a este paso algo va a conseguir."

El quinto round es el primero en el que la extraña manera de hacer sobresalir el bucal por parte de McClellan es advertida por Gutteridge. Parecía como si el frenético paso al que marchaba la pelea, empezaba a dejar huella sobre el americano que empezaba a inhalar desesperadamente en busca de aire para alimentar sus ardientes músculos. Su plan no estaba dando resultado y debía empezar a pensar en un plan B alternativo. Jamás antes había tenido que preocuparse por pensar un plan B. McClellan nunca había llegado a más de ocho rounds en toda su carrera, ni siquiera había superado el quinto en sus últimas 14 peleas, y ahora estaba frente a un campeón super entrenado y resuelto, que había soportado sus golpes habitualmente letales y estaba todavía de pie.

La lucha de sus vidas es uno de los mejores 
documentales sobre el cotexto de este match 


No daba la impresión de que fuera a poner en práctica un plan B. Se paró con los brazos caídos, como si su oponente fuera una especie de actor de cuarta que pronto se daría cuenta de haber equivocado el libreto. Mientras le demostraba a Benn su muy poco respeto, fue despertado con una portentosa derecha cruzada. Esa figura fantasmagórica que tenía enfrente era demasiado real y no se iría a ninguna parte.

Un Naseem Hamed de 21 años que estaba sentado al costado del ring decía: "McClellan se ha desinflado solo" y Watt agregaba: "el mero cansancio podría definir esta pelea," y resaltaba la performance como la mejor de Benn, cualquiera fuera el resultado posterior. El sexto fue un poco extraño -La tarea de McClellan resultó más eficáz y probablemente se llevó el round en las tarjetas, aunque Benn finalmente pudo arrancarle el protector bucal que tuvo colgando la mayor parte del tiempo fuera de su boca. Otro golpe psicológico para el americano. Para redondear todo, Benn le aplicó a McClellan un par de golpes luego de la campana, que no fueron advertidos por el árbitro.

Asombrosamente, McClellan salió revigorizado al comenzar el séptimo capítulo, y anduvo sobre su pie frontal la mayor parte del round, y lo ganó aunque más no fuera por ese hecho. Si pensó que sus esfuerzos iban a desmoralizar a Benn , debe haberse desmoralizado él cuando a mitad de round Benn le gritó "Come on!" (vámos acércate).

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Y McClellan hizo lo propio al comienzo del octavo. Dio la impresión de que el plan A todavía podía ser aplicado - una a azorada multitud se quedó mirando con incredulidad cuando un derechazo recto, seguido de una combinación del abatido norteamericano hizo estragos sobre Benn. Como de costumbre, Nigel salió desesperadamente a tratar de contestarle, pero el fin parecía inevitable. Benn le lanzó un enorme, salvador gancho de izquierda, pero falló y se fue al piso. McClellan debe haber rogado que esta bestia intrépida y herida se quedara donde estaba. Intratable, no solo se levantó y escuchó la cuenta de ocho, sino que incluso tuvo la temeridad de proponer batalla hasta el tañido de la campana.

Justo al comenzar el noveno, McClellan conectó un potente cross de derecha pero Benn ya no bajaría los brazos. Su efuerzo ya estaba tornándose sobre-humano. Benn estaba llevando de paseo a McClellan por lugares adonde nunca antes había estado, y no solo hablo de la duración.

Todo su ser se planteaba incógnitas; se exigían demandas físicas y mentales que pocas personas en el planeta habían llegado nunca a experimentar. El protector bucal del americano había andado saliéndose todo el tiempo como si solitariamente tratara de apagar el fuego de sus gastados pulmones. Un desfalleciente Benn lanzó un tremendo derechazo y al errarlo, nuevamente cayó al suelo. Durante ese movimientola parte superior de su cabeza chocó la frente de McClellan que pareció dolido. Dolor extremo, fatiga, estado de desorientación todo conspiró para hacer que McClellan pusiera una rodilla en tierra sobre uno de los rincones. Parecía como si los dioses del boxeo hubieran hubieran encontrado su muerte.





Increiblemente, McClellan comenzó el décimo round con un duro y lastimante toque de jab, mientras virilmente batallaba atravezando la tormenta. Inquietantemente, entreabría y cerraba los ojos de manera constante, como si no pudiera enfocar. Benn se comportó de manera despiadada, y cualquiera que hubiera esperado otra cosa de él es un completo imbécil, porque esta pelea ya había traspasado lo meramente deportivo y se había convertido en un combate infame y visceral. Midió una derecha recta que entró limpia sobre la mandíbula de un McClellan completamente fundido, y lo forzó a arrodillarse. El americano, casi emaciado de todo recurso físico o mental, se las arregló para incorporarse a la cuenta de ocho. Un uppercut lo puso de vuelta en el piso por segunda vez en el round. En una desafortunada pero comprensible elección de palabras, Gutteridge gritó: "Se va!". McClellan se quedó sobre su rodilla por toda la cuenta de los 10 segundos y luego caminó a duras penas hasta su rincón. La épica contienda había concluído al minuto y 38 segundos del décimo round.
Y también la vida de McClellan, al menos de la forma en que él la había conocido hasta ese momento. Aquellos que celebraban, y danzaban alrededor de su ahora inconsciente cuerpo tumbado contra el poste esquinero, no lo entendían en ese momento. Mirar en el tape el revuelo posterior a la pelea es realmente espeluznante.

Comentando sobre las imágenes de un Benn victorioso, Watt dice: "Le ha sacado la vida a trompadas a Gerald McClellan." Gutteridge sugiere la idea de que parecería que pudo existir otra razón. Watt aventura, "problema cardíaco". Gutteridge entonces repite estridentemente los sentimientos de su colega:"Eso es lo que llaman sacarte la vida a las trompadas". El director entonces pasa a enfocar una toma de McClellan, aparentemente inconsciente, peleando por su vida delante de nuestros propios ojos. Por supuesto, Watt, Gutteridge y los millones de televidentes no tienen el conocimiento de cuán seria es la situación. Se dice que la retrospección es 20/20.

Par complicar más aún las cosas, Gary Newbon intenta llevar a cabo una entrevista en el ring con el ganador y se refiere a su postrado oponente como Mike McCallum, añadiendo un insulto a lo que se estaba transformando en lesiones que ponían en riesgo la vida. Estaba tornándose obvio que la situación de McClellan era muy seria y el presentador Jimmy Lennon Jr solicitó que se despejaran los pasillos para permitir el acceso.

Hay un recuerdo que me voy a llevar a la tumba. Sentado cerca mío durante toda la noche, había un fanático de Benn, un londinense de más o menos mi edad con quien había tenido una breve charla durante la tarde. Y me había parecido un tipo razonable. Luego del anuncio de Lennon, con los ojos llenos de un odio irracional, enfurecido, el tipo se paró en su asiento y gritó en dirección a la esquina de McClellan: "Muérete bastardo!, muérete!"

Me encantaría saber si el lo recuerda tan bien como yo lo recuerdo. Me pregunto si incluso le importaría que Gerald McClellan casi se muere esa noche, a causa de una hematoma subdural que lo ha dejado dependiente las 24 horas, de la atención de sus hermanas, apenas en condiciones de caminar, completamente ciego, mayormente sordo y con severos problemas de memoria.

La Junta de Control del Boxeo de Gran Bretaña fué reconocida por la eficiencia de la atención médica que brindó al pie del ring, (un saludable giro desde lo que fue la tragedia de Michael Watson) y el cirujano que lo intervino hizo notar que sin ella, McClellan podría haber fallecido. "G-Man" aun estaba lo suficientemente lúcido en la ambulancia, como para quitarse su máscara de oxígeno y preguntar qué había ocurrido. Pero la inflamación de su cerebro estaba empeorando. Los médicos tuvieron que trepanar un agujero en su cabeza y realizar cuatro horas de cirujía antes de inducir un coma para contener los daños potenciales.

220 Mb 
Su bolsa por la pelea con Benn era de $ 250.000. Le quedaron limpios $ 62.920,75 .

En 1998 en asociación con HBO Sports y Ring 8, Roy Jones Jr lanzó una campaña para conformar una fundación de ayuda para los tres hijos de Gerald McClellan. En noviembre de 2002, Jones Jr se reunió con otros grandes del boxeo como Oscar De La Hoya y Shane Mosley en una noche de colecta de beneficencia para honrrar a Gerald. Durante una alocución en la que Jones Jr habló elocuentemente acerca de los peligros que enfrentan los boxeadores arriba del ring, afirmó: "Gerald McClellan pudo haber sido Roy Jones".

Los detractores de Jones que saltaron sobre su comentario, como si este confirmara su arrogancia, deberían recordar dos cosas. Primero, que Jones es uno de los pocos que han ayudado en forma real a McClellan, financieramente más que con frases simpáticas. Segundo, si uno lee entre líneas Jones está diciendo algo más. "Roy Jones podría haber sido Gerald McClellan".

A comienzos de 1995, McClellan estaba en la cúspide de su grandeza y fortuna. Pero como dijo Maya Angelou: "todos estamos caminando por la cornisa". Aquella noche en el London Arena, resbaló, casi fatalmente. El potencial de Gerald McClellan pareciera que hace aparecer a su trágica historia aun peor. Derrotó a Roy Jones en las semi-finales del torneo nacional Guantes de Oro de 1988.

El ex entrenador Emanuel Steward (quien no se encontraba en su esquina esa fatídica noche) ha dicho: "Nunca tuve a un boxeador más talentoso que Gerald McClellan. Gerald podría haber vuelto a vencer nuevamente a Roy. Realmente creo que si. Tenía el poder de pegada, tenía la velocidad, era alto y musculoso y tenía también una buena barbilla."

Dos días antes de la pelea con Benn, McClellan había pronunciado unas palabras alarmantes, cuyo impacto nunca termina de aplacarse. El dijo: "En boxeo uno va a la guerra y en la guerra debe estar preparado para morir". A la luz de esto, tal vez no sea simpatía lo que merece McClellan. Pero reconocimiento es lo menos que si se merece.

La historia de Gerald McClellan es una muy dolorosa, una de la que pareciera que muy facilmente los boxeadores, escritores del boxeo y amantes del boxeo, evitan hablar. El es otra estadística, una que ha sido olvidada por muchos en la comunidad boxística. Esto es porque el representa la encarnación de los riesgos que asumen los boxeadores cada vez que pasan a travez de las sogas, un recordatorio de los peligros que son ignorados bajo propia responsabilidad. Quedarnos atrapados en casos como los de Gerald McClellan destruiría al deporte. Ignorarlos sería infligirnos una degradación.

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Fuentes de lectura recomendables:

http://www.aussiebox.com.au/todd/gtodd_bennmclell.html
http://www.elmundo.es/papel/hemeroteca/1995/02/28/deportes/30229.html
http://www.secondsout.com/usa/lusal.cfm?ccs=473&cs=19005
http://thecognoscenti.blogspot.com/2005/07/ethics-of-being-boxing-fan.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Nigel_Benn
http://en.wikipedia.org/wiki/Gerald_McClellan
http://www.youtube.com/watch?v=ZKC4VjyeHbU
http://www.eastsideboxing.com/news.php?p=12426&more=1
http://observer.guardian.co.uk/osm/story/0,,583541,00.html
http://www.buzzle.com/articles/126274.html
http://www.boxing-monthly.co.uk/content/0502/one.htm
http://www.boxing-monthly.co.uk/content/0702/two.htm


1 comentario:

Anónimo dijo...

McNeilly,muerte, hijo de puta.Tus palabras demuestran lo que eres.